Luego de difundir con una amplia cobertura la tragedia ocurrida ayer por una formación de la línea Sarmiento que se estrelló en la estación de trenes de Once , diversos medios de prensa internacionales dedicaron varias líneas en sendas editoriales a criticar el sistema ferroviario argentino y la política del Estado de entregar subsidios sin inversiones y no dudaron en hacerlo responsable directo del tercer peor accidente de este tipo en la historia argentina.
En «Las ruinas de una joya argentina», el diario español El País afirma que: «La tragedia de Once ha vuelto a poner sobre la mesa un grave problema que sufren a diario los porteños y los habitantes del conurbano bonaerense que se tienen que trasladar a la capital argentina: el lamentable y peligroso estado de la red de trenes que viajan a la capital».
También indica que «la red de ferrocarriles que, en su mayoría sobre superficie, llega hasta el mismo corazón de la ciudad provoca prácticamente a diario -aparte de las dificultades en el tránsito de automóviles por la existencia de infinidad de pasos a nivel en grandes avenidas-, situaciones peligrosas para peatones y vehículos».
«A todo ello se suma un lamentable estado de mantenimiento y medidas de seguridad que convierten el trayecto en algunas líneas en un verdadero infierno para los pasajeros, que viajan hacinados y en circunstancias que desafían el mínimo sentido de la prudencia».
La crítica prosigue: «Argentina tuvo la mejor red ferroviaria de Sudamérica y una de las más extensas del mundo. Las privatizaciones sin control del presidente peronista Carlos Menem (1989-1999) sirvieron para desmantelar literalmente una de las joyas del desarrollo argentino. No sólo dejaron de funcionar los trenes condenando a la muerte a muchas localidades que quedaron reducidas a sólo un nombre en el mapa, sino que miles de kilómetros de vía férrea fueron arrancados porque resultaba más rentable vender el metal».
En otra nota de ese matutino, titulada «Uno se acostumbra al riesgo», advierte de «la mezcla de peligro, abandono y precariedad que supone aventurarse a subir a los trenes del ferrocarril Sarmiento. Y aclara que los pasajeros están «acostumbrados a viajar hacinados, envueltos por el calor en verano y cono a la intemperie en invierno, ayer se toparon además con la tragedia».
El también diario español El Mundo, tituló «El ‘ferrocidio’ argentino», en una nota que explica que «los argentinos viajan en trenes con más de medio siglo. No se invierte en mejorar las líneas, aunque sí en publicidad gubernamental».
«El matrimonio Kirchner soñaba con un ‘tren bala’ y hasta llegó a suscribir un pre contrato de obras con la compañía francesa Alstom, por un monto total de 2700 millones de euros, en vez de mejorar el desastroso servicio de trenes de cercanías en Buenos Aires, tal y como claman desde años atrás las asociaciones de usuarios», asegura la editorial española.
Sardianas enlatadas
«El proyecto de ‘tren bala’ abortó temprano, a golpes de la crisis financiera mundial. Mientras, los trabajadores porteños siguen viajando a sus tareas apretados como sardinas enlatadas, en trenes viejos con más de medio siglo de uso. Sin embargo, el Gobierno de la presidenta peronista Cristina Fernández, viuda de Kirchner, no se priva de montar propaganda política sobre esos convoyes», agrega la crítica.
Y agrega: «Los mismos trenes de la línea Sarmiento que sufren accidentes por encontrarse ya obsoletos -este miércoles causaron una tragedia con al menos 50 muertos y 676 heridos- lucen a los costados gigantografías proselitistas. Son fotos del fallecido presidente peronista Néstor Kirchner (2003-2007) y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, abrazados. Al lado se lee ‘Sudamérica Unida’, escrito prolijamente. Ese ‘graffiti’ de propaganda política también puede verse en los trenes de doble piso ‘V4’ de la misma línea, cuatro convoyes en total, que aún siendo los más modernos, paradójicamente, la empresa no los pone a rodar en las horas punta».
Pioneros en el mundo
La nota de El Mundo, indica también que «los Ferrocarriles del Estado crecieron a toda máquina y llegaron a contar en los años 40 hasta con 47.000 kilómetros de vías por todo el país, una de las mayores redes del mundo. Cubrían una superficie equivalente a Europa occidental, dando vida a 2.085 ciudades y pueblos, desde la helada Patagonia austral hasta las templadas cataratas subtropicales de Iguazú. Y permitían trabajar a 220.000 ingenieros y técnicos».
Y concluye: «Pero tras la ola neoliberal de los años 90, con privatizaciones de empresas públicas durante el gobierno del peronista Carlos Menem (1989-1999), las vías operables se redujeron siete veces, a 7.000 kilómetros, dejando 870 pueblos fantasmas y 135.000 empleados ferroviarios en la calle. Muchos ciudadanos llaman a esa sangría «el ferrocidio» argentino».
En el sitio en español de la BBC , domina la nota «La realidad del sistema ferroviario de Argentina», en donde se indica que «Argentina llegó a tener una red ferroviaria de 45.000 kms, y en la actualidad los expertos estiman que no se puede utilizar más de 18.000 kms, y muchas de las vías están tan precarias que los trenes apenas pueden circular a 35 km/h».
Además aclara que «en 2004 y en 2006 el gobierno argentino revocó la concesión a las empresas que manejaban tres líneas en Buenos Aires. Ahora, la lupa seguramente estará puesta sobre TBA y lo que arroje la investigación sobre las causas de este siniestro».