(Río Grande, 06 de noviembre de 2012) – El padre del mozo de 26 años herido en el restaurante de 14 y 42 llegó junto a su esposa desde Ushuaia. El joven está en coma farmacológico, pero se recupera. Buscan a los responsables.
«Se ve que es un buen chico… Lo vinieron a ver un montón de amigos”, dijo, con la tristeza y el orgullo disputando una partida mano a mano en la garganta, el padre de Carlos Rodrigo Casabella, el pibe de 26 años que el domingo recibió un tiro en la boca durante un intento de robo en el restaurante en el que trabajaba hacía un mes: “El Tonel”, de 14 y 42.
Mientras la Policía sigue tratando de localizar a los dos responsables del brutal ilícito, Rodrigo se recupera en la sala de terapia intensiva del Hospital Español, a donde un patrullero lo trasladó de urgencia y lo operaron. Por estas horas está en coma inducido.
“La bala le rompió dos dientes de arriba, le cortó la lengua y destrozó la garganta. Le hicieron una traqueotomía y respira con asistencia mecánica. Le colocaron un tapón en la garganta y le suturaron la lengua”, detalló a Trama Urbana el papá, Carlos Héctor Casabella (62). Y agregó que Rodrigo “tiene sangre en los pulmones, pero el panorama que dieron los médicos es alentador: el proyectil no tocó ningún órgano vital, no dañó ningún hueso. Se salvaron las cuerdas vocales y los maxilares”.
Carlos y su esposa María Cristina Da Luz llegaron ayer al mediodía a Ezeiza después de tomar el primer vuelo desde Ushuaia, donde viven y son dueños de la imprenta más antigua: “Grafisur”.
Carlos Rodrigo vino a nuestra ciudad hace siete años, para cursar en la Universidad Nacional de La Plata la carrera de Profesorado de Educación Física.
“Le falta rendir dos finales y se recibe”, detalló un amigo de la víctima en la vereda del Hospital Español, en 9 y 37. Antes de ingresar en “El Tonel”, el joven trabajó en el bar “Casa Opera”, de 8 y 41.
Según confirmaron algunos de sus conocidos (que prefirieron no identificarse), Casabella tiene dos pasiones deportivas: el rugby y el esquí de fondo o esquí nórdico.
“En Ushuaia jugó en (el club) Las Aguilas, acá practicó rugby en el club Universitario y ahora lo hacía en un torneo en la Universidad Católica”, explicó uno de sus compañeros de trabajo.
“Mi hijo fue campeón argentino de esquí de fondo y representó al país en un torneo mundial en Europa”, agregó un orgulloso Carlos, pegadito a su esposa.
El matrimonio tuvo cuatro hijos, pero el joven baleado es el único varón. Una de sus tres hermanas vive en Francia y fue la primera en enterarse de la terrible novedad, “por Facebook”, según contaron.
Apenas supo lo que había pasado, Carlos se prendió a su teléfono desde Ushuaia y llamó a la Jefatura Departamental La Plata. “Ahí me confirmaron que mi hijo había sido baleado, pero me pidieron que llamara a la comisaría Segunda. Pero en esa seccional un vigilante hijo de p… dejaba sonar el teléfono, lo levantaba y, sin contestar, colgaba. Así jugó con mi desesperación unos 45 minutos”, se quejó el padre de la víctima.
Más allá de esta bronca, Casabella rescata la actitud de otro policía “que, en medio de la urgencia, decidió agarrar la tarima del bar para usarla como camilla, cargar a mi hijo y llevarlo lo más rápido que pudo hasta el hospital. Me dicen que eso le salvó la vida a Carlos”, afirmó, pidiendo que se resalte su agradecimiento. Dos policías no dudaron en tomar algunas calles en contramano para ganar tiempo y darle revancha a la vida.
Carlos recordó que su hijo “siempre viaja a Ushuaia desde fines de diciembre hasta fines de marzo y luego se pasa todo el año estudiando y trabajando acá”.
Consultado sobre los detalles del intento de asalto, Casabella refirió que, “por lo que me dijo un testigo, cuando se metieron los ladrones al bar agarraron a mi hijo porque pensaron que era el encargado. Lo llevaron hasta la caja y, cuando Carlos tocó el botón para abrir la registradora, el delincuente interpretó que accionó la alarma y le disparó. Por lo que me dicen, el tiro fue de arriba hacia abajo, ya que el tipo se había subido a una tarima”.
Los peritajes confirmaron esto, ya que el proyectil -que salió del cuerpo de Rodrigo después de perforarle la boca- hizo una trayectoria ascendente-descendente.
El agresor utilizó una pistola calibre 9 milímetros, a juzgar por la vaina que los peritos levantaron de la escena.
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