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Desde Ushuaia, exploran la capa de ozono

Por primera vez en Argentina, se lanzó una sonda que estudiará el agujero de la capa de ozono. Partió desde una estación situada en Ushuaia. El objetivo es estudiar el agujero de ozono en la región polar y subpolar del Hemisferio Sur.

Hace pocos días, una sonda fue enviada por primera vez a la atmósfera desde la estación de Vigilancia Atmosférica Global (VAG) ubicada en Ushuaia, Tierra del Fuego. Recabará información sobre el estado de la capa de ozono, un escudo de gas situado entre 15 y < ?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />22 km de la tierra, que protege la vida terrestre de los dañinos rayos ultravioletas (UV-B) provenientes del Sol. < ?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />

Sondas similares fueron lanzadas con anterioridad, pero desde la Antártida, aclara el portal de noticias www.tucumanhoy.com, que refiere al suceso ocurrido en Ushuaia el 16 de abril pasado, precisando además que el lanzamiento de la llamada sonda de ozono, es resultado de un convenio firmado entre el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Agencia de Meteorología de España.

“El acuerdo, que cuenta con el apoyo de la Organización Meteorológica Mundial (WMO, según sus siglas en inglés), dependiente de las Naciones Unidas, pretende hacer un seguimiento del agujero de ozono antártico”, señala el licenciado Eduardo Piacentini, Director del Departamento Vigilancia de la Atmósfera y Cambio Global del SMN.

El objetivo es estudiar el agujero de ozono en la región polar y subpolar del Hemisferio Sur, ese adelgazamiento de la capa gaseosa que se encuentra en la estratósfera. “Dado que las moléculas de ozono absorben los rayos ultravioletas; cuando disminuye su cantidad, la radiación atraviesa la atmósfera, llega hasta la superficie terrestre y afecta directamente la vida”, explica Piacentini.

Según el especialista, el agujero de la capa de ozono está provocado por la acumulación –a lo largo de décadas– de gases industriales conocidos como clorofluoruros de carbono (CFC), entre otros productos químicos. “Cuando los CFC acumulados en la estratósfera entran en contacto con la luz ultravioleta, liberan unas moléculas de cloro que destruyen las moléculas de ozono”, señala Piacentini.

Ese fenómeno “comienza a manifestarse a mediados de agosto de cada año y se extiende hasta fines de noviembre, período en el cual la acción de los rayos del sol actúa en esa región de la estratósfera como un ‘catalizador’ que destruye las moléculas de ozono”, afirma el experto.

Un espía en el cielo

La sonda enviada a la estratósfera es un equipo que contiene un sensor con una solución química apropiada que genera una determinada intensidad de corriente eléctrica. Emite una señal que se recibe en tierra con un equipo receptor para ese fin. “Los datos se procesan con programas previamente definidos y se obtienen los perfiles verticales, es decir, cómo varía el contenido de ozono con la altura”, señala Piacentini. Y agrega: “La sonda es elevada con un globo de neoprene inflado con gas helio”.

Dicho programa de estudio de la capa de ozono cuenta a su vez, con el apoyo del gobierno de la provincia de Tierra del Fuego. En su capital, la ciudad de Ushuaia, se encuentra la estación internacional de la Organización Meteorológica Mundial, a la cual llegarán los datos de la sonda para ser analizados. Esa información será útil para determinar el impacto del agujero de ozono en la región sur de Sudamérica y de esa manera, estudiar su evolución. “La información estará a disposición de los científicos y miembros interesados de otras instituciones”, afirma Piacentini.

El Protocolo de Montreal, sus enmiendas y el Convenio de Viena han logrado mejorar la situación. “Los países que los han aceptado colaboran decididamente para lograr eliminar las sustancias nocivas. Según pudo observarse con datos de los últimos años, el agujero de ozono no ha aumentado de tamaño. Su tiempo de duración ha disminuido, pero se estima que aún perdurarán por algunos años las moléculas de gases nocivos en esas regiones”, sostiene Piacentini.

Bruno Geller de la Agencia CyTA – Instituto Leloir.