Desnudar tus encantos, realizarme en tu suelo
Descubrir tus figuras en ríos de fuegos
Perseguirte en la noche, perderme en tus sueños
Libar de tu néctar, vagar por senderos
Correr en tus costas, recibir tus consejos
Escapar de la nada, cobijarme en tus senos
Escuchar tus susurros en compases de vientos
Perderme en tus labios, vivir de tus besos
Disfrutar las alturas, leerte a lo lejos
Complacerme contigo, sentirte, beberte
Notar que eres pura como lo es la vertiente
Que mana de rocas, de dioses celestes
No quiero dañarte, eres frágil y fuerte
Quisiera ayudarte poder defenderte
No encuentro la forma, y tus lágrimas ceden
Tus mejillas rosadas descansan ardientes
Tus suelos se queman, tu aire enrarece
Tu piel se reseca, tu mar no se mece
No quiero perderte, percibo tu ausencia
No quiero te ignoren mi tierra sedienta
No quiero te dejen morir indefensa
Estás tan cambiada, robaron tu esencia
Te siento desnuda y casi desierta
No encuentro los bosques, tu vida se seca
Y contigo la mía, porque no hay diferencia
Mis venas tus venas, mi sangre tus mares
Son parte del todo, tu luz, mis pesares
Mi tierra bendita, mi madre divina
No entiendo a los hombres que dañan tu espiga
Que quitan montañas por solo monedas
Monedas doradas que no valen nada
Dañando tus soles tu vida sagrada
Por unas migajas, tus ojos se cierran
Mi tierra no mueras, mi tierra no llores
Permite que sienta otra vez tus amores
La flor el perfume, tus finos acordes
Tu canto tu risa, tus días, tus noches
Mi tierra no llores que rompes mi alma
Mi tierra no llores que se apaga el alba
Alejandro Romero
Unquillo – Córdoba
Argentina