Hacía tiempo que una telenovela no lograba paralizar a Brasil, como solía suceder en los años 80. Pero anoche, el capítulo final de Avenida Brasil, el fenómeno de la red Globo que retrataba a la nueva clase media brasileña y que era vista a diario por unos 38 millones de fanáticos, pareció frenar a la sexta economía del mundo.
Ni la propia presidenta Dilma Rousseff, que goza de una aprobación personal récord del 77%, se atrevió a competir con el esperado desenlace de la novela de las 21, que narraba la venganza de la joven Nina contra su ex madrastra, la malvada Carminha.
Originalmente, Rousseff tenía programado asistir a un acto en apoyo de Fernando Haddad, candidato de su Partido de los Trabajadores (PT) a la alcaldía de San Pablo, ciudad que representa el motor económico del país, pero tanto los asesores del Palacio del Planalto como los de Haddad decidieron postergar el mitín político hasta hoy a la noche, por miedo a que la gente no asistiera en masa a ver a la presidenta.
De cualquier forma, Rousseff se trasladó a la ciudad de Salvador, en Bahía, para acompañar al aspirante a alcalde por el PT allí, Nelson Pelegrino, que adelantó su acto para las 19.
Por las dudas, la campaña de Pelegrino tenía pensado montar en el lugar una megapantalla para que, al término de su acto proselitista, la gente pudiese ver ahí el tan ansiado final de esta truculenta historia escrita por João Emanuel Carneiro.
Sin embargo, el rival del candidato oficialista, Antonio Carlos Magalhaes Neto, del derechista partido Demócratas (DEM), acudió a la Justicia para evitar que su contrincante hiciera uso electoral de la popularidad de la novela.
Ambientada en un ficticio suburbio de Río de Janeiro llamado Divino, Avenida Brasil se convirtió en todo un fenómeno de audiencias al reflejar los modos, costumbres y aspiraciones de la bautizada «clase C», la nueva clase media que surgió en Brasil en la última década como resultado del crecimiento económico del país y las políticas sociales del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva. La chillona manera de vestirse y la mala forma de hablar de los pobladores del Divino se volvió una moda.
La colorida troupe de personajes de la telenovela giraba entorno a un ex crack de fútbol, Tufão, nuevo marido de Carminha, y la ostentosa mansión de mal gusto que se construyó en pleno barrio trabajador del Divino.
Hasta allí llegó como cocinera Nina, la calculadora heroína de la trama, a quien muchos años antes, de pequeña, Carminha había abandonado en un basurero luego de la muerte de su padre. Adoptada por una pareja de argentinos de clase media educada, Nina se crió en Mendoza y estudió hasta recibirse de chef, pero nunca dejó de pensar en volver a Río y cobrarle factura a su ex madrastra.
PLAN DE CONTINGENCIA
A lo largo de 179 capítulos, Avenida Brasil se tornó una fiebre popular tanto en la pantalla chica como en Internet y las redes sociales. Ya en la última semana, con interrogantes abiertos sobre un secuestro, un asesinato, un casamiento polígamo y la revelación de un personaje «bueno» devenido en villano, la telenovela alcanzó un nivel de fanatismo insospechado.
Tanto que hasta el Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) puso en marcha anoche un plan de contingencia para hacer frente a un pico de demanda de energía con la enorme cantidad de televisores que se esperaba fuesen encendidos para el último capítulo.
El ONS temía que el consumo de energía superase los 76.000 MW, que fue el récord de demanda alcanzada durante el último verano, cuando los brasileños se refugiaron en sus casas con aire acondicionado para huir de una fortísima ola de calor que azotó al país..
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