SEMBLANZAS
Por Jorge Daniel AMENA (*)
FANTASMAS
“Boca Juniors, Boca Juniors. Gran campeón del balompié, que despierta en nuestros pechos; entusiasmo, amor y fe…”
Y yo cantaba.
La canción me la había enseñado mi viejo, y yo la cantaba, con un entusiasmo envidiable. Yo y otros tantos, Jé, balompié….
Claro, la traducción casi literal del término football.-
Y hoy, qué tristeza hermano, el entusiasmo (¿?), corran a aquellos!!!. A aquellos de la camiseta blanca, no!, A estos no, que son los nuestros…
También cantaba “Aurora” todas las mañanas, que eran TODAS LAS MAÑANAS, con las orejas que tenían la textura de las galletitas criollitas y con sabañones de la puta madre. Los pies azules y arremangados los dedos a la mitad, enfundados en los “Gomicuer”.
No existen más los sabañones ¿o si?
¿Formará parte de la reforma educativa?
Y si, feos eran, y picaban.
¿Todo tendrá que ver con todo?
Estamos a punto de descubrir cómo se originó el Universo, y a su vez estamos por destruir esta parte del mismo.
¿Será para saber como empezar de nuevo?
¿No nota usted que está siendo hora de tener miedo de todo?
Miedo a salir.
Miedo a quedarse en la casa.
Miedo a sacar el auto.
Miedo a no sacar el auto.
Miedo a los terremotos.
Miedo a los tsunamis.
Cuando niños nos enseñaban en la matiné que los enemigos, a los que había que tenerles miedo, eran los japoneses y uno iba a la tintorería como si lo mandaran a la guerra en las Filipinas.
¿Tiene boleta?
Remember Pearl Harbour, pensaba uno poniendo cara de John Wayne.
Después los Vietnamitas, y los Rusos que encima en los doblajes (en las películas) hablaban como el carajo… ¡Como no iban a ser malos!
Después, uno aprendió que una cosa es la inocencia y otra muy diferente la ignorancia.
Bueno, no todos.
Y llegó el tiempo donde los fantasmas dejaron de ser una preocupación.
Las sociedades cambiaron.
Las costumbres cambiaron.
Las apariencias no.
Salen los equipos a la cancha, y a uno le palpita al corazón como antes. Aunque cuando jueguen no vean la pelota ni cuadrada. Uno está en una tribuna lejana, no muy bulliciosa, pero si expectante.
El tiempo, y el billete de ingreso al estadio indican que uno pertenece a ese sitio. Donde aún las cosas huelen como uno lo recuerda.
Un sitio muy especial especialmente reservado para los que pasan sin ser vistos, a través de la gente.
Como los fantasmas.
(*) Escritor, Abogado Constitucionalista – ex Legislador provincial y Convencional Constituyente Nacional, colaborador permanente de la ONU para Asuntos de Africa.
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