Suena como el título de una película de suspenso de Hollywood, pero la frase describe la angustia que invadirá a la NASA cuando su sonda exploradora intente un complicado descenso sobre la superficie de Marte.
La sonda robot Curiosity necesitará reducir su velocidad hasta detenerse siete minutos después de que ingrese a la parte superior de la atmósfera de ese planeta a 21.000 kph (13.000 mph).
El explorador rodante, del tamaño de un coche, cumplirá durante dos años una misión en la que estudiará si Marte alguna vez tuvo los elementos necesarios para la vida microbiana.
Debido a su peso de 907 kilogramos (2.000 libras), la sonda no puede descender de la misma manera como lo hicieron sus predecesoras.
Las anteriores sondas rodantes dependieron de bolsas de aire para amortiguar los golpes, debido a que su descenso incluyó que rebotaron varias veces cuando tocaron el suelo marciano.
Esta ocasión, la NASA probará un nuevo sistema de descenso mediante el cual se posará al explorador sobre el suelo marciano de una manera similar a cuando helicópteros bajan cargas pesadas con cables en algún lugar.
¿Cuán complicado será este descenso?
«El grado de dificultad está arriba de 10», dijo Adam Steltzner, ingeniero en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. El laboratorio es el encargado de la misión.
El analista de política espacial en la Universidad Americana, Howard McCurdy, señaló que «si funciona, (este descenso) marcará un importante avance tecnológico. Es una apuesta muy arriesgada».
Debido al tiempo que tardan las comunicaciones entre Marte y la Tierra, la sonda Curiosity tendrá que descender de manera autónoma.
El aparato maniobrará en conformidad con el medio millón de líneas de código informático que los ingenieros le cargaron para dirigirle cada movimiento.
Curiosity llegará a Marte tras una travesía de 566,5 millones de kilómetros (352 millones de millas) durante ocho meses y medio