La respuesta de James Garry Richards fue seguida de un aplauso en la biblioteca municipal de Puerto Santa Cruz, 250 kilómetros al norte de Río Gallegos, colmada de gente que fue a escuchar su relato luego de casi tres décadas de silencio sobre la guerra y que publicó hoy el diario local La Opinión Austral.
Richards, experto en armamento, tenía 22 años y realizaba mantenimiento en los buques de la armada británica durante el conflicto -en el que nunca disparó un tiro, señala el artículo-, luego regresó a su casa en el noroeste de Inglaterra y tuvo varios empleos, entre ellos la atención de pubs en Londres.
A fines de 2010 conoció por las redes sociales a la correntina Laura Canessa, a mediados del año siguiente ya tenía pasaje para viajar a Argentina, se casó con ella -que lo acompañó en la charla, el viernes último- y juntos se radicaron en Los Antiguos, noroeste provincial, a 900 kilómetros de Río Gallegos.
«Cuando veníamos hacia el sur nos dijeron que tomábamos posición y como la Marina de Inglaterra tiene 900 años de historia, y es la mejor del mundo, se suponía que apenas mostrara su potencial» Argentina «se rendiría» y que todo duraría «tan sólo cinco días».
Pero las tropas locales tenían «una tenacidad sorprendente» e hicieron «un esfuerzo sobrehumano» poniendo «el corazón a este enfrentamiento bélico» y al final, cuando regresaban, no hubo «nada más que un absoluto respeto por el soldado argentino. Por supuesto, ésto no es lo que reflejaron los diarios británicos», aclaró.
Consideró que Naciones Unidas debería «forzar a las dos partes a sentarse en la mesa de diálogo y arreglar la situación» y que el reclamo argentino sobre la soberanía de las islas «sirve para alertar al resto del mundo y para que otros países se sumen» a esa reivindicación.
La charla fue organizada por los Centros de Veteranos de Guerra «Isla Soledad», «3 de Junio» y la Municipalidad de Puerto Santa Cruz y se realizó en la biblioteca «Manuel Llarás Samitier».
Allí, cuando el veterano de guerra argentino Sergio de la Fuente le preguntó respecto a «su verdadero pensamiento sobre la soberanía» de las islas, Richards sacó de su campera un gorro con un prendedor de Malvinas con los colores argentinos, gesto que la concurrencia respondió con un caluroso aplauso.