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Un extraño enroque se producirá en < ?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />la Aduana Nacional, en medio de un clima enrarecido por las internas y por las denuncias relacionadas con el tráfico de vehículos diplomáticos.
La funcionaria riograndense que fue despedida hace poco retorna ahora, pero en el cargo máximo de dirección del organismo, y tendría como su segundo a quien fuera su jefe, Ricardo Echegaray.
El anuncio del nombramiento de Tirabassi fue adelantado por el diario La Nación, que recuerda que la funcionaria –que comenzó su carrera en Río Grande en 1992- se ha desempeñado durante dos años como subdirectora general de Control Aduanero, hasta el 28 de enero cuando fue desplazada por el entonces jefe de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Alberto Abad, en medio del escándalo por irregularidades en la importación de autos con franquicias diplomáticas.
Tirabassi –recuerda el diario porteño– estuvo al frente del Foro Aduanero de Lucha contra el Fraude Marcario e instrumentó el Sistema de Asientos de Alerta, que le permite al titular de una marca comercial registrarse ante la Aduana y ser el único autorizado a importar una mercadería de dicha marca. Su rol en Control Aduanero tenía mucho de poder de policía: era la encargada de evaluar el riesgo de lo que ingresaba y salía del país y podía pararlo todo, elogia el autor de la nota.
«Es una persona totalmente seria e idónea. Y era también muy dura. Está totalmente alineada con la gestión de Ricardo Echegaray [ex director de Aduanas]», señaló un abogado especialista en derecho marcario que interactuó con ella en el Foro Aduanero.
A continuación, el autor del artículo hace un extenso análisis político del nombramiento, destaca el “perfil técnico” de Tirabassi pero considera su nombramiento “un punto a favor de los pingüinos”.
El texto de la nota (publicada este sábado en La Nación) es el siguiente:
Estrecha relación
Tirabassi -designada en sus nuevas funciones por el jefe de la AFIP, Carlos Fernández- era el enlace de la Dirección General de Aduanas (DGA) con la Organización Mundial de Aduanas (OMA). A Echegaray lo obsesionaba causar una buena impresión en esta institución. Según se dice en la Aduana, el ex director aspiraba a lograr un cargo en el organismo con sede en Bruselas. La futura jefa de Aduanas tiene una estrecha relación con Echegaray. Era, de hecho, su mano derecha.
Su desplazamiento por parte de Abad se realizó mientras Echegaray se econtraba de vacaciones. A partir de entonces, la relación entre los dos funcionarios se tornó insostenible y culminó, luego de críticas cruzadas por el funcionamiento del Sistema María, en la renuncia forzada de ambos.
A pesar del eminente perfil técnico de Tirabassi, fuentes consultadas en el ámbito aduanero y en la AFIP ven en el nombramiento de la funcionaria un punto a favor de «los pingüinos» y una continuidad total en los lineamientos que priorizaba Echegaray. Los rumores también señalan que el ex titular de la DGA volvería a las oficinas de Azopardo 350 como asesor. LA NACION intentó sin éxito confirmar este dato con Echegaray.
En tanto, las repercusiones empresariales no se hicieron esperar. Diego Pérez Santisteban, de la Cámara de Importadores, señaló como «muy auspicioso» su nombramiento: «La conocemos bien, sabemos qué piensa. Es una abogada sumamente competente, de muy buena relación con el sector privado». «Sabe del tema aduanero», indicó Rubén Pérez, titular del Centro Despachantes de Aduana (CDA), y recordó que su designación es darle continuidad al plan de Echegaray.