En febrero de 1934, Guillermo Larregui Ugarte, nacido en Pamplona -Navarra- en 1885, partió desde la localidad de Luis Piedra Buena, en la provincia de Santa Cruz, con una carretilla de alrededor de 190 kilos para alcanzar caminando la ciudad de Buenos Aires.
74 años después, el marplatense Daniel López, busca imitar, como forma de homenaje, el temerario periplo del «Vasco de la Carretilla».
Daniel comenzó su viaje en el mismo lugar, Comandante Luis Piedra Buena, el 29 de enero con destino final Capital Federal. Mar del Plata, su ciudad de origen, se convirtió en algo más que una parada más del viaje. Después de casi dos meses se reunió con su familia.
Hoy continuará viaje para culminar su odisea en el centro de la Plaza de Mayo, lugar donde también llegó el vasco Guillermo Larregui.
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El desafío
Las motivaciones que llevaron a Daniel a emular este viaje están ancladas en la admiración que sintió por el «Vasco» al momento de conocer su historia. «Me pareció muy bueno imitar este viaje de un gran caminante de aquellos tiempos. Debe haber sido el primero en realizar este tipo de viajes», expresó Daniel.
«En el sur el `Vasco de la Carretilla´ es un símbolo, es historia de la Patagonia, por lo que vi en el sur lo tienen muy interiorizado al Vasco», comentó el caminante y acotó que la muestra concreta de esto es el monumento en Piedra Buena realizado en 2005 -un mural del Vasco con la carretilla-.
«Lo que ha hecho Daniel a nosotros como institución nos llega mucho porque es una expresión mas de los que es el vasco, siempre tratando de presentarle desafíos a la vida», expresó José María Azarloza, presidente del Centro Vasco Denak Bat mientras que agregó que «cuando me vino a ver Daniel me llamó la atención que alguien que no está en medio de las tradiciones de la colectividad vasca se haya interesado en emular a este personaje que fue Guillermo Larregui Ugarte».
La carretilla con la que el caminante marplatense realiza su homenaje, embanderada con la insignia argentina y del País Vasco, no era como la de aquel pionero, «porque esas tan antiguas sólo él las podía llevar», expresó con admiración Daniel y agregó que su carretilla «está nivelada, con ruedas de goma y rulemanes». A parte de ser un símbolo del viaje la carretilla sirvió para llevar el catre, una cocinita anafe, y algunas de sus pertenencias.
Las vivencias
Durante el trayecto, el fuerte sol patagónico apremió al caminante que para resguardarse y, también pasar sus noches, se acomodaba en las alcantarillas, «que son muy altas y frescas» -expresó-.
El aliento, el empuje, y las anécdotas de la gente que conoció al Vasco en su periplo eran la mejor colaboración para Daniel, que en el horizonte veía cómo la ruta se alejaba casi hasta convertirse en infinita.
Miles de anécdotas y personajes son el máximo capital que Daniel recogerá en este viaje. Imágenes que jamás se borrarán de sus retinas. «El chileno», que le dio de comer y no le quiso cobrar nada o un catalán, que en bicicleta recorría el sur del país y no llegaba a entender para qué un hombre caminaba con una carretilla por la ruta, son algunos de esos personajes que sólo en las rutas se encuentran.
Su familia, compuesta por esposa y dos hijas, apoyaron desde el primer momento la iniciativa de Daniel. Preocupadas por los peligros a los que se sometería en las rutas, la familia de Daniel esperó ansiosa su llegada a la ciudad, como parada intermedia para el tramo final del viaje.
Para los cuatrocientos kilómetros finales de su viaje, Daniel espera poder disfrutarlo al máximo estimando alrededor de doce días más de caminata hasta alcanzar su gloria.
Fuente: www.lacapitalnet.com.ar