Este miércoles 3 de julio se cumplen veinte años del trágico fallecimiento del Reverendo Padre José Zink, cuya partida despertó un profundo dolor que aún perdura en todos los riograndenses que tuvieron el privilegio de conocerlo y compartir algún momento o algún mate con él.
Tan bonachón como rebelde, fanático confeso del fútbol y de River Plate, tomador empedernido de mate (y de vez en cuando alguna ginebra para combatir el frío) el “Cura Gaucho”, como todos lo conocieron fue un infaltable en cada acontecimiento que convocara a los vecinos, agigantando su figura con cada participación y cada charla, hasta convertirse en la figura más respetada y más querida de aquellos años en que trajinó hasta su muerte.
No había acontecimiento familiar o social donde no se recurriera a los servicios del Padre Zink y él jamás dejó de estar dispuesto, tanto en la ciudad como en las más lejanas geografías de la Isla, a donde acudía a lomo de caballo y más adelante en su emblemático Land Rover a bordo del cual encontró la muerte.
Tanto fue así que su deceso sobrevino en circunstancias en que, a sus 82 años, se dirigía a asistir a un feligrés cuando la fatalidad o sorprendió en el cruce de la avenida Prefectura Naval con la ruta 3 (que hoy lleva su nombre), plazoleta desde donde hoy nos mira, a través de una gigantografía que lo muestra tal como era, sonriente y atento.
Un gigantesco cortejo fúnebre, como nunca se volvió a ver en Río Grande, lo acompañó hasta la necrópolis municipal donde fue sepultado provisoriamente: hoy, sus restos reposan en el Mausoleo de la Misión Salesiana a la que dedicó el tramo final de su vida.
El trágico accidente
Apenas pasadas las 19,00 del sábado, en momentos en que transitaba por la Ruta 3, con sentido norte – sur, al llegar a la rotonda ubicada en la intersección con Prefectura Naval, el Land Rover que conducía colisionó en forma violenta contra el furgón térmico del camión Ford Cargo1722, dominio ELG-126.
Las huellas del accidente quedaron esparcidas por varios metros. Trozos del Land Rover que utilizaba el Padre Zink para su trabajo misionero se encontraban desparramados por más de treinta metros.
Un boquete en la parte posterior, al igual que la destrucción del paragolpe y el panel de luces derecho del furgón térmico, denotaban la violencia del impacto. Estas marcas dieron a los investigadores los primeros indicios de la muerte instantánea del Presbítero.
Cientos de personas se hicieron presentes en el lugar para ver lo que había ocurrido, aunque ordenadamente permitieron las tareas de peritaje que realizaba la Policía Provincial.
Una vida de servicio
El Padre Zink, nació en Alpachiri, pequeño pueblo agrícola ganadero, de la Provincia de La Pampa, el 1 de marzo del año 1923. Hijo de Juan José Zink y Catalina Burgardt, ambos agricultores inmigrantes alemanes del Volga, que llegaron a la Argentina en el año 1905. Era una familia de agricultores, el futuro Padre José Zink fue el penúltimo hijo de doce hermanos, cinco varones y siete mujeres.
Ingresó a segundo grado de la primaria en la Escuela Nacional “Faustino Sarmiento”, de Alpachiri, en 1932. Luego se trasladó al Colegio Don Bosco de General Acha, Provincia de La Pampa, en 1933, allí nació su vocación religiosa. Los estudios de Filosofía los cursó en Bernal en los años 1942 – 1946.
En 1956 “fue destinado a la Misión Salesiana de Río Grande, Tierra del Fuego, que entonces era un puñado de casas, por dos meses para suplir a un compañero que se encontraba enfermo. El lugar lo atrapó y allí se quedó era lo más parecido a su provincia de La Pampa, “para servir a los jóvenes y a toda la comunidad fueguina.
Para las familias riograndenses fue desde entonces una cita deseada el visitarlo en su oficina de la Misión Salesiana, decorada con mates, afiches futbolísticos y objetos varios que hoy enriquecen el Museo de la Misión.
Los lugareños lo apodaron: “El Cura Gaucho”. Le encantaba la vida de campo, las montañas, el frío, la nieve, y andar a caballo como en su pueblo natal, junto a sus hermanos. En el período 1979/1984, fue enviado por los superiores al Colegio Don Bosco de Ushuaia.
En la Misión Salesiana de Río Grande, fue párroco Rural y desde allí recorría las estancias y puestos siempre que podía para visitar a las familias fueguinas, contactarse con los fieles “aislados en los campos y que no tienen auto como para ir a misa”, decía.
El 29 de Abril de 1992, por iniciativa de un grupo de ciudadanos, apoyados por el Gobierno local, nombraron a este Sacerdote Salesiano humilde y generoso “Ciudadano Ilustre” por Decreto Municipal 212/92.
Entre otras acciones, fue el cura que recibió en Ushuaia a los heridos del crucero General Belgrano.
“Había seis que eran los más graves. Estaban entre la vida y la muerte, todos quemados. El capitán me pidió que les diera la bendición”, recordó en un escrito que recoge parte de sus memorias.
Sólo un puñado de hombres y mujeres en el mundo han sido galardonados con el Premio Fe que otorga la Fundación Estirpe, entre los que se cuentan la Madre Teresa de Calcuta, el Dr. Laureano Maradona, la Profesora Sacerdote de Lustic, Monseñor Emilio Ognenovich, el Padre Julio Grassi, el Gral. Hernán Pujato, Roberto De Vicenzo, Julia Prilutzky Farny, Ariel Ramírez, Mariano Mores, Alberto Castillo, Enrique Cadícamo, Mario Alvarez Quiroga, Jorge Fontana, , Luis Landriscina, Iris Marga y Sabina Olmos.
El Padre Zink ha sido honrado con este premio, “por haberse destacado en su labor social y cultural en nuestra Patagonia”. Esta distinción le fue entregada el 2 de Diciembre de 1999 en la ciudad de Buenos Aires, por el entonces Presidente de la Nación Carlos Menem.
También el Padre Zink pertenece al primer grupo de personas que recibieron la distinción de ser nombrados ilustres por el Municipio local en 1992, junto a otro referente histórico de la sociedad fueguina como lo fue Don Segundo Arteaga.
Porque el sacerdote es un ejemplar referente de la presencia salesiana en la ciudad destacándose por su labor como educador ganándose el aprecio de varias generaciones que pasaron por la Escuela Agrotécnica Salesiana, y como párroco rural sabiendo llevar la palabra de Dios a todos los rincones de la isla.
Plazas, calles, edificios públicos y hasta el tramo fueguino de la ruta 3 llevan su nombre, certificando que, aunque murió hace 20 años, el Padre José Zink vive entre nosotros por siempre.
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