Los empresarios de la industria textil de Tierra del Fuego siguen jugando a las escondidas. No solamente jamás dieron la cara en el marco de todo el angustioso proceso de discusión de la prórroga del sub régimen, sino que tampoco habían levantado públicamente la voz cuando quedaron fuera.
Más bien, todo lo contrario. Fueron los trabajadores quienes hicieron el trabajo sucio, pusieron la cara, solicitaron se reincorpore el sector textil al sub régimen. El gobierno hizo lo propio, el municipio de Río Grande acompañó. Y las textiles brillaron por su ausencia.
A tal punto, que ni siquiera quisieron poner la cara al convocar, no se sabe bien cuántas empresas, a un abogado, el Dr. Raúl Paderne, quien en diálogo con ((La 97)) Radio Fueguina, explicó los fundamentos de su pedido de inconstitucionalidad a la norma, pero que sin embargo sorprendió por su negativa a revelar a quién o quiénes representa.
Las textiles siguen sin mostrar sus cartas ni dar a conocer, en definitiva, qué pretenden. Y tal estrategia, habilita la suspicacia.
Da toda la sensación de que hay una situación de relajo ante las definiciones del gobierno nacional. Tanto es así, que hay quienes deducen -o sospechan- que esto puede leerse como la preparación del terreno para empezar a salir de la provincia de Tierra del Fuego.
La cuestión textil es bastante más compleja que la de la industria electrónica. Esta última tiene un arraigo firme en Tierra del Fuego y un know how de su plantel laboral. Podría afirmarse que es una industria exclusiva de nuestra provincia, mientras que la textil tiene su competencia en el continente.
Se suma que, en varias oportunidades, se ha tratado lisa y llanamente de “chantas” a los empresarios textiles, y ni siquiera se han defendido de esas críticas. El gobernador llegó a manifestar que hay fábricas que han hecho las cosas muy mal y que es probable que paguen justos por pecadores. ¿La respuesta? El silencio.
Son incontables las irregularidades que se han descubierto en la industria textil en los últimos años. Desde abusos a los trabajadores, mala acreditación de haberes y problemas con el pago de las cargas sociales, hasta un incendio en la fábrica Australtex, hace unos años, presagiado en un informe que realizó en su momento la Secretaría de Producción que había detectado múltiples irregularidades en la planta.
Los empresarios dueños de las fábricas textiles siguen sin poner la cara. Juegan a las escondidas, prohíben a su abogado revelar sus identidades. No responden cuando se los critica, no hablan cuando se los defiende. No dan la cara en tiempos de crisis, no invitan al festejo cuando ganan, sin haber luchado. Todo hace suponer que preparan el terreno para huir de la isla, como tantos han hecho. ¿Aparecerán para explicar esta suposición que ellos mismos, con su silencio, permiten elucubrar?
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