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Entrañable historia

Exequiel, un chico riograndense que transformó la desgracia en pura vida

En un accidente perdió cuatro dedos y medio de una de sus manos. En Buenos Aires le trasplantaron dedos de su pie, a su mano. Su recuperación física es notable. Y su entereza psicológica, un ejemplo.

Exequiel Coronel tiene una historia muy particular. Nació en Formosa, gran parte de su vida vivió en Río Grande y ahora reside en Buenos Aires, donde estudia kinesiología y practica el deporte handball.

En marzo de este año, Exequiel sufrió un grave accidente trabajando en la carnicería de un amigo. “Por un descuido, se me quedó la mano metida dentro de una de las máquinas, de una picadora de carne, y perdí ahí cuatro dedos y medio”, relata con sencillez Ezequiel en ((La 97)) Radio Fueguina.

Cuando sucedió el accidente, fue derivado de urgencia y se le practicó una intervención quirúrgica en la que cerraron sus heridas para que en su mano pueda formarse lo que se conoce como un muñón.

Después de ese traumático momento, Exequiel y su familia, todos juntos, empezaron a golpear puertas de sanatorios, hospitales y privados, en busca de la mejor opción para recuperar funciones y movilidad en su mano.

“En el Hospital Italiano, donde siempre me solía atender, nos dieron la opción de hacer un trasplante de dedos del pie a la mano. Era algo que jamás se me hubiese cruzado por la cabeza o que jamás escuché en mi vida” continuó en su relato.

Era la opción más viable, la que más podía contribuir a recuperar la función de la mano, descartando por tanto otras opciones más relacionadas con lo estético y lo ortopédico.

“En principio era trasplantar dos dedos completos y una parte del dedo gordo del pie, que iba a terminar de completar lo que me había quedado del pulgar”. Los dedos son los más largos del pie, los vecinos del pulgar. La finalidad era llegar a tener una pinza en la mano, “tener tres dedos para poder hacer actividades normales otra vez, escribir, atarme los cordones, ese tipo de cosas, con esos tres dedos. La finalidad era tener una mano en forma de pinza para poder hacer las cosas” definió luego con precisión.

Momentos críticos

En julio se realizaron las dos cirugías. La primera, de un solo dedo, dejando todo preparado para la segunda, a la siguiente semana, en donde se le puso el otro dedo y la otra parte de lo que faltaba de pulgar.

“Nunca hubo complicaciones por suerte, mi cuerpo lo aceptó muy bien, nunca tuve ningún dolor, ningún problema de nada. Siempre tuve esa virtud de cicatrizar rápido, de curar rápido y eso ayudó mucho en ese momento para que lo aceptara bien y que no haya ninguna complicación de ningún tipo” recordó Exequiel.

Al contrario de lo que muchos podrían suponer, su pie no se vio afectado en ningún modo. “Ningún tipo de problema, no tengo problema de desequilibrio, ni dolores, ni nada por el estilo” añadió. De hecho, volvió al gimnasio ya que obtuvo el alta para poder hacer actividad física.

“El lunes arranco a entrenar handball de nuevo” no deja de sorprender Ezequiel con su meteórica y casi natural recuperación. “En eso no hay ningún tipo de problema, no te generan ningún tipo de disfunción ni nada por el estilo” se entusiasma, contento de poder volver al deporte que abraza.

Exequiel vuelve a las canchas

“Muchos me dicen ‘cómo haces’, pero yo nunca estuve mal, la verdad, simplemente. Mi familia, mis amigos están de testigos, jamás estuve mal, jamás estuve nervioso ni nada por el estilo, no me afectó de la manera que le podría haber afectado a otras personas” resume con sencillas palabras su envidiable fortaleza psicológica. “Yo sabía que alguna solución iba a tener y que la solución que sea yo la iba a recibir bien”.

Exequiel siempre supo que todo era cuestión solo de adaptación. Desde que ocurrió el accidente, siempre tuvo perfecta conciencia de lo que pasaba, y eso lo ayudó a asumirlo con enorme entereza.

Hoy el objetivo es empezar a darle movilidad a la mano, los dedos, las muñecas, para poder empezar a hacer trabajos activos, “para que pueda empezar a tener prensión, agarre y movilidad por sí sola cuando yo le dé la orden a la mano. Por ahora va bastante rápido, por suerte, ya puedo hacer prensión de ciertas cosas, no cosas muy pesadas, a darle un poco más de utilidad a la mano”.

La semana pasada le sacaron unas clavijas que tenía en el dedo pulgar, que unía las partes para contribuir a que se suelde el hueso. Ahora está rehabilitando específicamente esa parte, “que va a costar un poco más que las demás, pero ahí vamos” dice, siempre con optimismo.

“Estamos bien”

Su plan es, si en su club lo permiten volver a entrenar handball de manera paulatina, enfocado en el aspecto físico y, dado que Ezequiel es diestro, en el proceso de convertirse en zurdo para volver a jugar, en lo posible, el año próximo.

“Es aprender, es como ir al jardín de vuelta, aprender, todo se aprende, el cuerpo es muy inteligente” comienza a resumir Exequiel Coronel sobre el final de la entrevista.

El último tramo lo ocupó para referirse a quienes lo acompañaron y sostuvieron el traumático proceso, con resultado altamente positivo. Primero, sus padres: “preocupados como todos padres, pero siento que al yo no tener esa intranquilidad o el estar mal, pude dar tranquilidad también a ellos y eso está bueno, porque si no estamos tranquilos todos, se complican un poco más las cosas. Me mantuve más tranquilo más por ellos que por mí. Ellos ahora están bien, saben que yo estoy bien, saben que soy muy capaz de hacer todas las cosas, se quedan tranquilos. Estamos bien”.

Y, por último, mencionó al equipo médico que lo operó: “soy un afortunado, tuve mucha suerte de haberme cruzado a estos médicos que me dieron esta posibilidad y que se animaron, se lanzaron a hacer esta cirugía. Por suerte salió todo bien y me dio la posibilidad de volver a tener una mano funcional y que me ayude en lo que me queda de vida para poder seguir haciendo mis cosas normales”.

Este año Exequiel tuvo que “dejar en pausa” la carrera de Kinesiología, más por cuestiones de horarios de su rehabilitación que por otro factor. “Me aboqué directamente a mi rehabilitación y el año que viene retomar de nuevo para seguir con la carrera”.

“Muchas gracias a ustedes por el espacio y bueno, un saludo a todos los que me conocen, al club Universitario y a mis padres, les mando un saludo” se despide con sencillez y aplomo de los entrevistadores Exequiel Coronel, un joven que con la naturalidad y frescura propia de su edad, se erige en un verdadero ejemplo de entereza y fortaleza.

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