El campeón de América, Estudiantes de La Plata, regresó hoy a la tarde al país, con la Copa Libertadores en las manos de su capitán y emblema, Juan Sebastián Verón, en medio de una locura generalizada de los hinchas «pincharratas». < ?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
Una multitud esperó a los jugadores de Estudiantes en el aeropuerto internacional de Ezeiza y muchos más en la ciudad de La Plata, donde la plaza Moreno fue el punto de concentración de los hinchas platenses.
Pero la fiesta no comenzó cuando los jugadores llegaron a Buenos Aires, sino que es una continuación de lo que sucedió después de la victoria ante Cruzeiro, en el estadio Mineirao.
Fueron pocos los integrantes del plantel que conduce Alejandro Sabella que durmieron y los que lo hicieron fue por muy pocas horas.
A la mañana en el bar del hotel donde desayunaron parecía la confitería de la vieja cancha de Estudiantes, con todos cantando y festejando, mientras que fuera del hotel los hinchas de Atlético Mineiro no se movieron hasta poder saludar de cerca de Verón, a quien tomaron como héroe propio por ser el artífice de la derrota de su máximo rival.
A las 10.45 el plantel de Estudiantes dejó el hotel para trasladarse al aeropuerto y de allí tomaron un vuelo charter de Aerolíneas Argentinas y la fiesta continuó en el aire.
En el viaje todo fue cantos y festejos, con Gastón Fernández, Matías Sánchez y la «brujita» Verón como abanderados del «descontrol», según le contó a Télam un allegado al plantel platense.
Una vez llegados a Ezeiza, una hora después de lo previsto, una multitud esperó a los nuevos campeones de América.
En un micro descapotable, escoltados por policías, los jugadores se abandonaron el predio de Ezeiza para ir hacia a La Plata.
En el ómnibus se pudo ver al entrenador Alejandro Sabella alentando eufórico, mientras que Gastón Fernández, José Luis Calderón y Juan Sebastián Verón fueron los más reconocidos por el público.
Durante todo el trayecto hasta la ciudad de La Plata de a miles se contaron a los hinchas de Estudiantes saludando a los campeones, al punto que un simpatizante de Gimnasia, en plena capital bonaerense, dijo apesadumbrado: «hoy salieron todos, así no se puede vivir».
La autopista Buenos Aires-La Plata para los desprevenidos fue un verdadero infierno, porque los coches por la caravana del campeón iban a paso de hombre, mientras a los jugadores poco les importó tarde más de Brasil a Ezeiza, que de Ezeiza a su ciudad.
«Tengo una alegría muy grande por haber salido campeón de América, la verdad es que no lo puedo creer. Estuve jugando en la revancha ante Cruzeiro unos minutos pero disfruté muchísimo con mis compañeros en el vestuario. Al salir de Brasil nos imaginábamos un recibimiento así, pero esto supera nuestras expectativas», le dijo Matías Sánchez a Télam.
Cientos de hinchas recibieron a los campeones, luciendo orgullosamente los colores rojo y blanco, representados en banderas, gorros y camisetas. Pero el más eufórico, el más buscando por la gente fue Verón, quien antes de salir de Brasil dialogó con Télam.
«Esto no tiene precio, es el fruto del trabajo, de la constancia; es la demostración de que cuando se quiere, se puede. Si hay algo que caracteriza a Estudiantes es la humildad», aseguró Verón en diálogo con Télam.
«Lo que vivimos ayer, lo que estamos viviendo hoy es algo inolvidable, que quedará grabado por siempre en todos. Entramos en la historia y eso no nos lo puede quitar nadie», comentó Calderón en declaraciones a Télam.
La fiesta de Estudiantes comenzó ayer, se prolongó hoy y seguirá por mucho tiempo más, porque el equipo de Sabella, como dijo Calderón, hizo historia y eso nadie lo podrá cambiar.