En la previa del Día de la Industria Nacional, el 1 de setiembre de 2020 el personal de Textil Río Grande atravesaba las puertas de la planta industrial para iniciar una jornada laboral. No era una más, era la vuelta al trabajo luego de 5 meses de dura y amarga lucha, durante la cual nunca se resignaron a una suerte que parecía echada.
En el camino quedaron la carpa frente al galpón industrial, la venta de locro y empanadas para sostener a las familias de los obreros parados y hasta una campaña solidaria paralela en la que todos se involucraron para ayudar a 8 familias que habían sido afectadas por un incendio masivo en nuestra ciudad.
Pero la huella de dolor más profunda quedó en sus espíritus marcada a partir del fallecimiento de su compañero de 38 años, Roberto “Tatti” Carbonelli, quien perdió la vida el miércoles 15 de abril de ese año, tras sufrir un accidente cerebro vascular en medio de una manifestación pacífica frente al ministerio de Trabajo.
Textil Río Grande (o el grupo empresario Sedamil) había anunciado en abril de 2020 el cierre de sus tres plantas en el país. La amenaza se consumó en Chubut y en Buenos Aires, pero en Tierra del Fuego nadie se resignó: ni los obreros que no se movieron de su lucha ni el gobierno provincial –particularmente la ministra de Industria Sonia Castiglione- que se involucraron firmemente en el tema, hicieron las gestiones necesarias hasta llegar al anuncio que todos esperaban y deseaban.
Finalmente, el 1 de setiembre, las puertas de Textil Río Grande se abrían nuevamente y 80 familias recuperaran su medio de vida. En diálogo con ((La 97)) Radio Fueguina, el líder del grupo y vocero permanente de la lucha, Walter Henández recordó los hechos e hizo un balance del significado de todo el proceso, sin dejar de enviar su mensaje de solidaridad y aliento a otros cientos de trabajadores que son rehenes de otras crisis, por ahora sin solución.
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