La discusión se genera a partir de que, en julio del 2008 el Ejecutivo aumentara en aproximadamente un 100% el gasto político, creando nuevos cargos de gabinete y aumentando en casi un 40% la dieta de los funcionarios. El beneficio alcanzó tanto a los concejales como al resto de funcionarios del tribunal de Cuentas, pero dejó fuera a toda la planta de agentes del Municipio.
Desde entonces, a contrapelo del silencio de ATE, ASOEM viene reclamando que la recomposición alcance a los trabajadores. La cerrada negativa del Ejecutivo a discutir siquiera el tema se amparó en la insólita argumentación del secretario de Gobierno, quien alegó que a los funcionarios se les aumentó “para que el Intendente ganara lo mismo que su par de Ushuaia”, que cuando se les otorgó la mejora a los funcionarios “eran otros tiempos” y que la crisis actual impide extender el aumento a todas las categorías.
La discusión, sin embargo, adquiere otros ribetes ahora que el DEM envió al Concejo Deliberante un sorpresivo proyecto de reducción del Presupuesto, achicando la obra pública, postergando la ejecución del Presupuesto Participativo y achicando algunas otras partidas, pero ni por asomo se ha planteado (al menos desde el Ejecutivo) volver marcha atrás con el aumento concedido hace diez meses a los señores funcionarios.
La complicación para Martín sobrevino de pronto ahora que en la discusión tomó parte el Tribunal de Cuentas. Sabido es que, por Carta Orgánica, el Tribunal de Cuentas, el Tribunal de Faltas y el Concejo Deliberante tienen para gastar en conjunto no más del 8% del presupuesto total anual, por lo que cualquier rebaja del presupuesto general automáticamente debe trasladarse a estos tres departamentos, para no violar el estatuto municipal.
Expuesto esto, los concejales se preguntaron “de dónde vamos a recortar en el Concejo”, habida cuenta de que sus partidas son estrictas y con poco margen para ajustar, limitación que para el Tribunal de Cuentas es mucho más notoria.
El que no debería tener problemas es el Tribunal de Faltas, cuyo titular ha devuelto fondos sin ejecutar en los dos ejercicios anteriores, por cuanto alega que “le sobró dinero”, aunque en el Tribunal hay variados motivos para gastar, al menos en la mejora de las derruidas instalaciones o en la reposición de los viejos y escasos muebles y útiles con que el personal debe desempeñarse.
Como sea, el Tribunal de Cuentas se ve ante la necesidad de adoptar decisiones heroicas, y así lo expuso uno de sus vocales, José Labroca cuando anunció, (sabiendo que estaba jugando con fuego) que “en junio quizás tengamos que reducir el gasto en salarios”. No dejó en claro el contador si el achique vendrá a través de la reducción de personal o la baja de sueldos, (o ambos recursos a la vez) pero advirtió que “lo primero que se va a achicar es la dieta de los vocales, después vemos si hay que tomar otras medidas”.
Labroca nunca habla sin pensar lo que dice. Su estilo calculador (más allá de su profesión, claro) y su condición de ex secretario de Finanzas hacen pensar que no le cayó nada bien que no lo consultaran antes de lanzar esta propuesta de reducción que significa un problema para todos menos para Martín, cuyo generoso presupuesto es perfectamente pasible de ser comprimido al menos en algunos millones.
Perdido por perdido, Labroca parece querer pagar chicana con chicana, golpe bajo con golpe bajo y pone otra vez la bomba bajo el escritorio del Intendente. La propuesta de achicar primero las dietas debería ser imitada por el Deliberativo tanto como por el Ejecutivo, a menos que se quiera pagar un precio político alto frente a la sociedad y -muy especialmente- frente al personal.
Habrá que ver cuál es ahora la respuesta del Ejecutivo, pero lo cierto es que, descorriendo la cortina de una vieja interna entre Labroca y Blanco, esta vez el contador parece haber salido a jugar fuerte, sumándole un motivo más de preocupación a un intendente que ha tenido más problemas en los últimos tres meses que en sus diez años de gestión.
Y que pierde incondicionales día a día, aun los menos pensados.