Casi 30 grados, domingo, enero. En una temporada normal la postal de la tarde debería ofrecer playas céntricas atestadas. Con la pandemia reinante y con el distanciamiento social necesario, arena debe quedar a la vista y de eso se ocupó el municipio, que cerró el acceso a playas que se consideraron saturados.
«Playa completa», se lee en el cartel que poco después del mediodía se exhibía allí donde se ingresa a áreas públicas de Playa Grande y Cabo Corrientes, dos puntos siempre muy concurridos y que por acción del mar también han perdido buena cantidad de su superficie original.
Suena a exageración el rótulo, ya que hay una notoria capacidad de alojamiento ociosa en Mar del Plata y se escucha a cada paso un lamento tras otro por la caída en la cantidad de turistas. Lo que se da en estas jornadas muy puntuales es una coincidencia de público en un mismo lugar, donde escasea espacio por el avance del mar y la falta de reposición de arena de manera artificial.
La sorpresa fue para los que desembarcaron a media tarde, con sus sombrillas, reposeras y heladeras portátiles a cuestas. «Imposible, está lleno», insiste y repite, una y otra vez, el agente municipal identificado con chaleco celeste, frente a las tranqueras que permiten llegar hasta el mar desde la Escollera Norte.
«Nos chasqueamos», reconoce Joaquín Iturbe, de La Matanza, que con esposa, suegra y tres hijos caminó seis cuadras desde donde dejó el auto estacionado. Y ahora deberá desandar al menos otras 15 para llegar hasta Playa Varese, la más próxima que -según le dicen los empleados de la comuna- tiene espacio disponible. «Parecía que había lugar, pero si así lo deciden, habrá que aceptar», dijo antes de iniciar la larga caminata.
Por el pasillo que tiene límite con el balneario del Yacht Club también se encuentran con una negativa Lorena, Felipe, Luca y Penélope, de La Plata. Ellos con sus tablas de surf. «¿Cómo no vamos a poder si somos cuatro y nosotros dos vamos a estar en el mar?», insiste uno de los muchachos. No es no. Y se marchan para probar suerte por la bajada de La Normandina, en el extremo norte de Playa Grande.
Algo similar se había dado el pasado fin de semana, cuando coincidieron también el buen tiempo y una importante cantidad de turistas que llegaron por las fiestas de fin de año. En aquel caso también se buscó despejar un sector de playas del sur, copadas entonces por grupos jóvenes y algunas familias.
Estos carteles tienen así su debut, mientras en el concejo deliberante acaba de ingresar un proyecto para que una bandera indicadora de superpoblación playera se incorpore a las que los guardavidas disponen en un mástil para advertir sobre el estado del mar o la presencia de tormentas eléctricas.
Lejos de buenos tiempos, este fin de semana Mar del Plata tiene una cantidad de turistas muy moderada. El viernes se advirtió un repunte con ingresos de visitantes, pero con poco impacto sobre el rubro alojamiento. El sector de alquileres tiene apenas 35 a 40% de ocupación y la hotelería apenas pudo quebrar la barrera del 20%. Para ambos rubros es un verano para el olvido.
Ahora se espera por aquí cuál será el efecto de las medidas que comenzarán a regir a primera hora de este lunes, cuando desde la 1 y hasta las 6 se aplique un decreto provincial que dispone el cierre de aquellos comercios no esenciales. Incluye a la gastronomía y los que eran locales bailables, entre otras propuestas vinculadas al entretenimiento.
Comentarios