El lugar donde vive y late la “cultura riograndense”
Por Miguel E. Vázquez (*)
La efemérides, para orgullo de muchos, refiere que se celebran hoy 33 años de la inauguración de la emblemática Casa de la Cultura de Río Grande.
Entré por primera vez a la Casa de la Cultura a mediados del ’91, al ser invitado por el entonces concejal Colazo para presentar una charla propiciada por él y que realizaba gente de la Policía Federal Argentina.
Fui, realicé lo mío y salí silbando bajito, no tomé contacto con casi nadie, tenía la timidez que aún me caracteriza cuando voy a un lugar que no conozco y yo era nuevo en la “Ciudad del Viento”.
Ese mote de Río Grande me quedó grabado porque en la parquización de la calle Elcano, frente a la Casa de la Cultura, había un cartel que rezaba: “La ciudad donde el viento canta”. Y vaya si hubo vientos que cantaron y se expresaron dentro de este lugar de culto para las distintas manifestaciones artísticas y sociales que siempre han tenido un lugar preponderante allí.
Aunque tampoco han sido ajenas a sus muros las disertaciones académicas de gran nivel, como así también las esenciales, infinidad de actos de distinta índole y variados sucesos políticos, algunos de los cuales hicieron vibrar sus cimientos. Entre éstos, recuerdo el primero de ellos en mí haber, primera asunción como Intendente de Jorge Colazo y concejales en diciembre de 1991, con la presencia de Matilde Menéndez como Delegada Territorial, a escasos días de la asunción de José Arturo Estabillo como primer Gobernador de la Provincia de Tierra del Fuego, AeIAS.
La Sala Angela Loij estaba de “bote a bote”, gente por donde uno mirara, carteles y pancartas en igual cantidad de bombos y cornetas, un bullicio ensordecedor, mientras, detrás de los telones, volaban patadas y trompadas por doquier. Imaginen lo que me costó tratar de permanecer impávido ante el micrófono y las cámaras como si todo estuviera en orden, a la vez que por dentro pensaba de qué lado volaría la silla que haría blanco en mí.
¿El motivo? la pelea por quién iba a presidir el Cuerpo Deliberativo desde ese momento. En definitiva, el honor recayó en Don Julián Baeza ¿cómo continuó esa pelea fuera del recinto y por muchos días más? Esa es otra historia… En definitiva el acto salió muy bien; para el televidente fue un lujito, por el contrario, a una parte de los presentes, les dejó miles de anécdotas para contar.
Centenares de horas he estado sobre ese escenario, con actos del estilo que quieran imaginar y con personalidades variadas y para todos los gustos, vi crecer gente desde lo cronológico como desde lo artístico. Con muchos se creó un gran vínculo de afinidad, disfruté de la amistad de sus técnicos, personal administrativo, personal de limpieza y directivos varios, todos ocupan un lugar en mis recuerdos por su profesionalismo y personas de bien, a quienes se apresuraron en la partida los llevo guardados en el corazón.
En nuestra Casa de la Cultura obviamente vive y late la “cultura riograndense”, esa que se ha ido sedimentando poco a poco dejando bases sólidas y, a pesar de ello, continúa en constante movimiento, porque la cultura seguirá siendo siempre expresión de vida, de la naturaleza y esencia de cada pueblo, simple y pura como su gente…
¡Feliz cumpleaños, Casa de la Cultura !.
(*) Periodista, locutor profesional
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