Científicos argentinos descubrieron en la provincia de Río Negro restos de una especie de tortuga de agua dulce con una antigüedad estimada en 95 millones de años, según la prestigiosa revista científica Journal of Systematic Palaeontology.
Los especialistas encontraron el cráneo de este reptil extinto en la localidad fosilífera de La Buitrera.
Y, según la publicación, se trata del primer ejemplar de tortuga hallado con cabeza desde que se estudia ese yacimiento paleontológico, y se encuentra entre los que mejor se han conservado a nivel mundial.
Ignacio Maniel, investigador de CONICET en el IDEVEA de San Rafael, Mendoza, destacó que “los restos craneanos en tortugas cretácicas de Patagonia son bastante escasos” y destacó que esta pieza es “una de las mejor conservadas en el mundo para un ejemplar de este tipo”.
“Adicionalmente encontramos restos de caparazón, vértebras y algunos miembros, lo que nos permitió referirla a un género muy típico que habitó la Patagonia entre los 110 y 90 millones de años antes del presente, entre el Cretácico inferior y el Cretácico superior, denominado Prochelidella”, explicó el paleontólogo, principal autor de la investigación.
La nueva especie hallada, Prochelidellabuitreraensis, es una tortuga quélida de agua dulce que no superaba los 25 centímetros de longitud, con unos 95 millones de años de antigüedad. Fue encontrada en el Cañadón de las Tortugas, un sitio poca extensión dentro de la localidad fosilífera La Buitrera, situada cerca de Cerro Policía, en el noroeste de Río Negro.
“Determinar que se trataba de una nueva especie de tortuga fue un trabajo de mucha comparación de los restos craneanos y postcraneanos con otros restos de tortugas fósiles y actuales”, expresó Maniel, y agregó que, así, se logró asignar este ejemplar al género Prochelidella ya conocido en Patagonia.
Una característica de estas tortugas de laguna es, entre otras, que ya podían esconder íntegramente su cabeza dentro del caparazón, retrayendo el cuello de manera lateral, como lo hacen las tortugas modernas.
El hallazgo de esta nueva especie fue realizado por el paleotólogo de la Fundación Félix Azara (Universidad Maimónides) y del CONICET, Sebastián Apesteguía, quien, de manera imprevista, se topó con el cráneo de esta tortuga mientras caminaba por el Cañadón de las Tortugas, en 2015.
Encontrar una tortuga con cráneo resulta un hallazgo inusitado, porque, cuando las tortugas mueren y el cuerpo se descompone, la cabeza suele ser llevada por el agua y se pierde. Desde que comenzó a estudiarse el yacimiento de La Buitrera, en 1999, se han encontrado diversos ejemplares de tortugas, pero la cabeza solía estar ausente.
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