El viernes pasado, el Tribunal de Juicio integrado por los jueces Borrone, Varela y Bramatti, condenó a prisión perpetua a Facundo Oscar Mancilla (22) y Eduardo Javier Acosta (24), coautores del asesinato del exempleado municipal Juan Carlos Lucena (68), ocurrido el 20 de enero de 2019.
Los familiares y allegados de la víctima presenciaron cada una de las jornadas del juicio, pero se abstuvieron de hablar con la prensa durante todo ese tiempo.
Sabiendo que la condena no es un consuelo, pero con el alivio del proceso finalizado, David, hijo menor de la víctima, aceptó contar sus sentimientos, en diálogo exclusivo con Federico Saldivia, por ((La 97)) Radio Fueguina.
“No hay nada para festejar, se hizo justicia y papá descansa en paz”, advirtió David, sentado a la mesa del programa “Lo más sano posible”.
David recordó los orígenes de su padre. Provenientes de la provincia de Tucumán, Juan Carlos Lucena arribó junto a su familia hace 35 años a la ciudad de Río Grande y aquí pudo forjar un futuro para él y su familia. Ingresó a trabajar en el Municipio de Río Grande y allí se había jubilado hace 5 años, luego continuó haciendo trabajos particulares con David en su trabajo.
David refirió que Lucena “también hacía trabajos particulares en casas, de carpintería, de alfombrado, distintas changas que hacíamos juntos. Él hizo todo para cumplir con nuestras necesidades y nunca nos faltó nada. Estamos muy contentos de tener un padre como él”.
“Estamos muy conformes con el servicio de justicia, el accionar de la policía y la fiscalía. Estamos muy agradecidos con todos” expresó David sobre el accionar policial y judicial que se concretó con la condena a los imputados.
Hablando de los victimarios de su padre, confesó que “la primera vez que vi a los acusados sentí mucha bronca. No sabía qué hacer en ese momento. Yo los miraba, pero nunca les hice algún gesto”.
Consultado por el perdón esbozado por Acosta y Mancilla previo al acto condenatorio, David dijo que “el perdón es para ellos y le tienen que pedir perdón a sus familias. Para nosotros no existe perdón”.
Por otra parte, recordó que antes de esa fatídica tarde del día 20 de enero “estuvimos en mi casa comiendo temprano. Después yo lo llevé hasta su casa ahí en el Barrio Textil, donde vivía con otro de mis hermanos. Él tenía alzhéimer y se olvidó que sus tarjetas estaban sin saldo, entonces salió a comprar. Él nunca salía por ese pasillo, pero ese día si lo hizo. A las horas me llamó mi hermano, me contó que habían apuñalado a papá y me fui directo al lugar del hecho y después al hospital”.
“Lo extraño un montón. Él era mi compinche de las fiestas, de los sábados, siempre nos quedábamos tomando los dos. Eso ya no lo voy a poder hacer”, recordaba David sobre la estrecha relación con su padre Juan Carlos.
Por último, realizó una reflexión válida más que nunca: “los que tienen a los viejos, cuídenlos, porque son únicos”.
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