Una suave pero pertinaz llovizna que eligió justo esa hora para mojar las calles de Río Grande; la presencia cada año menos masiva de amigos y vecinos que los acompañan en su guardia angustiosa; la indiferencia de la mayoría y hasta la acción patoteril de un energúmeno a bordo de un vehículo de alta gama que agredió al puñado de manifestantes porque insistía en pasar exactamente por esa esquina y a esa hora, ignorando brutalmente el motivo del corte parcial de calles.
Nada, absolutamente nada, puede quebrar la decisión de María Elena Delgado y Fabián Herrera de expresar de todos modos su desesperación y la decisión inquebrantable de apelar a todos los medios posibles en la búsqueda de su hija, desaparecida el 28 de setiembre de 2008.
Aquel domingo primaveral, el matrimonio Herrera-Delgado, junto a otra familia amiga, llegaron al camping John Goodall (a 60 kilómetros de Río Grande) a las 11 horas, con intención de pasar un alegre día de campo. Media hora después su hija Sofía (por entonces de 3 años y medio) había desaparecido de la vista de todos y daba comienzo una búsqueda desesperada que sigue siendo infructuosa 11 años después.
En ese tiempo, se acumularon razones para afirmar -sin dudarlo- que la de Sofía Herrera es la más importante búsqueda de una persona desaparecida que se haya realizado jamás en la Argentina.
Este sábado, exactamente a 11 años de aquella desgracia inexplicable, Fabián y Elena hicieron expresión de su dolor y su esperanza inclaudicable, apostándose una vez más en la esquina más emblemática de Río Grande, San Martín y Belgrano.
Los acompañan los infaltables carteles y pancartas, el periodismo y un grupo de amigos y vecinos, incluidos los amiguitos (hoy adolescentes) de Sofía que estaban con ella en el camping.
“No vamos a dejar de buscarla jamás”, repite como desde hacer 11 años María Elena, como si tuviera que explicar por qué se niega a perder la esperanza de volver a abrazar a su hija.
“Es una mochila demasiado pesada”, se refiere al padecimiento Fabián, quien caminó miles de kilómetros en cuatro países buscando rastros de su hija.
La lluvia cesa y la esquina se va despoblando. Volverán dentro de un año, a menos que el esperado milagro suceda y ya no sea necesario seguir gritando al cielo que en Río Grande, Tierra del Fuego, se perdió una niña y todos quieren que aparezca.
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