(Río Grande, 27 de junio de 2011) – Marianela tenía 19 años y las mismas ilusiones que cualquier joven de su edad. Su llegada a la Capital Federal venía de la mano del periodismo, carrera que estudiaba con énfasis a unas pocas cuadras de donde vivía.
Cuando su hermano la encontró, muerta y desangrada en el piso del departamento que compartían en el barrio porteño de Balvanera, empezó el calvario y la incertidumbre constante. A 365 días del asesinato, nadie sabe qué ocurrió con Marianela y su familia le aseguró al diario Popular que “no existen” pruebas o pistas concretas para determinar el autor material del crimen.
En un principio, el principal sospechoso fue el exnovio de la víctima. Francisco Amador López estuvo detenido, pero fue liberado por faltas de pruebas en su contra. Ricardo Cresseri, el fiscal a cargo, dictó falta de mérito y lo liberó, fallo que fue confirmado por la Cámara de Apelaciones.
A su vez, otro hombre fue detenido cuando se le incautó el “chip” con la línea de la víctima. Se trató de un colectivero, Isidro Martínez Larrea, quien aseguró que encontró tirado en alguno de los colectivos de la línea 132.
Días después de comparar el ADN de Martínez con las manchas de sangre encontradas en la ropa de la víctima, terminó siendo liberado. Aunque quedó procesado por “encubrimiento” el hombre no tendría nada que ver con el asesinato.
Marianela fue asesinada la madrugada del domingo 27 de junio de 2010, en el living del departamento del 7°A, de la calle Tucumán al 2080. La última vez que sus amigos la vieron fue cuando se fue de un boliche de Palermo hacia su casa.
La autopsia determinó que la chica fue brutalmente golpeada, que sufrió una asfixia incompleta y finalmente fue degollada.
El asesino se llevó del lugar un cuchillo de la cocina de la casa utilizado para el crimen y robó, además, dos celulares, una laptop, un reproductor de DVD y un juego de llaves.