Durante un mes y medio, Flavio Briatore estuvo insistiendo tenazmente para que Alonso volviese a Renault. Es un negociador implacable y está habituado a la caza mayor, pero con Fernando no lo tuvo nada fácil. La competencia era feroz y el nivel de exigencia del bicampeón muy elevado. Flavio llegó a obsesionarse con la idea de reconstruir la alianza que asombró durante dos años en el Mundial de F-1. Le costó bastante más de lo que suponía pero, como de costumbre, ganó la subasta y se llevó la joya. Conseguido ese reto lo complicado viene ahora: volver a forjar una coalición de hierro como aquélla. Conocen el camino a seguir pero el paisaje ha cambiado y los rivales son más poderosos. Aún así conviene apostar por ellos.
Briatore encarna a la perfección el sueño americano. De cuna humilde, seductor, astuto y emprendedor. Un hombre hecho a sí mismo, como dicen por allí. Cuando Luciano Benetton le encargó expandir su firma por Estados Unidos, Flavio le deslumbró abriendo 800 tiendas en apenas once años. Su vida giró en Australia, donde asistió, en 1988, a su primera carrera de F-1. En estas dos décadas, partiendo de cero, tuvo el instinto de fichar a los dos mayores talentos del volante tras Senna (Schumacher y Alonso) y alcanzar el éxito absoluto con escuderías más modestas que las de otros. Ahora, con Fernando como arma letal, vuelve al ataque. El desafío es recuperar la gloria perdida. Y tarde o temprano volverá a triunfar. Lo lleva escrito en los genes.
Fuente: As