El sueño de ganar la Copa Davis por primera vez en la historia se está volviendo cada vez más inalcanzable para el equipo argentino, que este sábado quedó 2-1 abajo luego de la derrota en el dobles de David Nalbandian y Agustín Calleri frente Feliciano López y Fernando Verdasco por 5-7, 7-5, 7-6 (7-5) y 6-3. López y Verdasco se impusieron en tres horas y 18 minutos ante una pareja argentina que luchó pero no estuvo a la altura de las circunstancias y así resignó un punto que puede llegar a ser determinante para el desenlace de la serie. < ?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
La final continuará este domingo, desde las 12 horas, con el primer partido de singles en el cuál deberían enfrentarse Juan Martín Del Potro con David Ferrer, aunque el capitán Alberto Mancini todavía no confirmó la presencia del tandilense, quien podría ser reemplazado por José Acasuso. Si Argentina consigue una victoria en el cuarto punto, la serie se definirá en el quinto y último encuentro, en el que se enfrentarán Nalbandian y López.
Se sabía de antemano que la pareja Verdasco-López sería un escollo complicado para el equipo argentino y por ese motivo Mancini decidió que Nalbandian ocupase un lugar en la dupla, teniendo en cuenta que la jornada del viernes había dejado las cosas iguales. Pero fue justamente Nalbandian, quien pese a jugar en un buen nivel, falló en los momentos claves y así permitió que los españoles se quedaran con un punto fundamental, que puede significar una ventaja más psicológica que numérica de cara a los encuentros de mañana.
Es que tras la renuncia de Rafael Nadal por lesión, nadie descontaba un triunfo argentino y parecía que sólo restaba saber por cuánto. Pero el capitán español ya lo había adelantado durante el sorteo: «Nosotros vinimos a dar la cara y más allá de los pronósticos, los partidos hay que ganarlos en la cancha». Y España lo está haciendo.
De la ilusión al desencanto en poco más de dos horas
El público argentino comenzó a jugar su partido desde el principio, cuando asumió un protagonismo decisivo, consciente de que el dobles era clave para el desenlace final de la serie contra los españoles, luego del paso en falso que protagonizó ayer Juan Martín Del Potro.
«Pongan huevos, que España tiene miedo» fue el canto de guerra inicial, cuando todo parecía encaminarse a un triunfo celeste y blanco, y el ocurrente «Maradó, Maradó» para premiar cada toque sutil del cordobés Nalbandian, quien ofreció varios de su amplio repertorio en el primer set.
Es que el viernes, en la primera jornada, el amplio favoritismo que se le adjudicaba al equipo argentino, por el gran presente de Nalbandian y Del Potro, sumado a la ausencia de Rafael Nadal, el as de espadas de España, hicieron que el público observara el partido casi como en un teatro, como si se tratara de un mero trámite, y las reacciones de aliento fueron divididas o para el cordobés o bien para el tandilense.
Sin embargo, la inesperada derrota de Del Potro ante Feliciano López cambió el mapa de la serie e influyó en el público para el dobles, en el sentido de que salió a alentar con la intención de influir en el juego. Es decir que se unieron los dos grupos diferenciados de la Davis, la barra de cordobeses que alentaba sin parar a Nalbandian, y por otro el de los tandilenses fanáticos de Del Potro.
Entonces, gritaron juntos en cada intervención de Nalbandian y Calleri, e incidieron por primera vez en el 6-5 del primer set, cuando hostigaron, contagiando a todo el estadio, a Fernando Verdasco.
«Tienen miedo, Verdasco tiene miedo, Verdasco tiene miedo», fue el canto que motivó dos dobles faltas seguidas del madrileño, con el consecuente quiebre de servicio y set para Argentina por 7-5.
A partir del segundo parcial, Nalbandian bajó su nivel y Calleri directamente falló en la mayoría de los puntos claves, algo que le permitió a España ponerse en carrera al llevarse el parcial por 7-5.
«¿Por qué no tenés un hermano, David?», lanzó ocurrente un espectador, tras el enésimo fallo grosero de Calleri al intentar una volea. Y ahí rugió fuerte ese grupo de 500 españoles, para alentar a Verdasco, el que más altibajos anímicos mostró.
Esos españoles se hicieron notar más que los 10.500 argentinos hasta que vino la reacción del tercer set, cuando se levantó primero un 5-1 hasta forzar la definición en el tie-break, y luego se lo perdió en forma increíble, después de desperdiciar una ventaja de 5-1.
Ahí la gente se dio cuenta de que el triunfo sería para España, acusó el impacto y cesó en su aliento, sumida en una profunda desilusión, típica de los tropiezos deportivos. En este caso, por tratarse de una final de local, con todo lo que eso genera y la asignatura pendiente que significa la Davis para la Argentina, la gente se fue más cabizbaja de lo común, dado que es poco probable que una definición similar se repita al menos en el corto plazo.
Igualmente, aún restan dos puntos y los muchachos del «Luli» Mancini tienen la oportunidad única de transformar la desilusión en alegría, la frustración en éxito y la desazón en júbilo. Depende de ellos.
Fuente: Telam