(Santiago, mayo 24 de 2011) – La iniciativa impulsada por el Ministerio de Educación de ese país fue firmada por casi dos millones de padres que se comprometieron, entre otras cosas, a que sus hijos duerman diez horas diarias y no vean más de una hora de televisión al día. El documento
Pese a que la noticia parezca de otro planeta, ocurrió del otro lado de la cordillera. Mientras que en Buenos Aires padres apoyan la toma de colegios por parte de sus hijos, acá cerquita, en Chile, más de la mitad de los apoderados ya firmaron el «Contrato de Honor por la Educación», que impulsó la cartera educativa.
Con el fin de que los padres suscriban una serie de compromisos en beneficio de la educación de sus hijos, el documento –que tiene un carácter de voluntario– fue firmado por los padres de 1.737.000 de los 3.250.000 alumnos que hay en el sistema escolar chileno, informó al diario La Segunda.
En dicho contrato, los padres se comprometen, entre otros puntos, a enviar a sus hijos puntualmente al colegio, asistir a las reuniones de apoderados y entrevistas con los profesores y a conversar con los menores sobre el colegio.
También se comprometen a que sus hijos duerman diez horas, no vean televisión por más de una hora al día, leerles 15 minutos al día si el menor aún no sabe leer o, si ya sabe, procurar que haga una lectura de 20 minutos diarios, además de incentivarles hábitos de vida sana y deporte.
El ministro de Educación chileno, Joaquín Lavín, indicó que el objetivo de la medida es que «las familias se comprometan cada vez más con la educación de sus hijos y que sean socios en esta tarea». Y añadió que se trata de una fórmula novedosa en Chile, pero muy utilizada en otros países.
Sin embargo, no todo es color de rosas y la iniciativa no estuvo exenta de polémica. Uno de sus detractores es el diputado Mario Venegas (DC), miembro de la comisión de Educación de la Cámara, quien la calificó como «un texto propagandístico, que no tiene una real injerencia en mejorar la calidad de la educación en el país».
Sus críticas apuntan también a que el contrato de honor es un compromiso «unilateral», ya que «se le pide a los padres cumplir con una serie de aspectos, pero no hay un compromiso por parte del ministerio». Sostuvo, además, que «en los establecimientos hay malestar, ya que se les ha agregado una tarea extra, debiendo distraer funciones para lograr que los padres firmen y luego enviar los contratos al ministerio, una pérdida de tiempo y recursos».
El diputado anunció asimismo que enviará un oficio al ministro Lavín para que le informe sobre el costo que implicó repartir los contratos, que supone que «debe ser millonario, considerando la enorme cobertura de distribución».
No obstante, el ministro dijo que la iniciativa implicó una inversión de cerca de $100 millones, incluyendo la impresión y la distribución de los contratos.