Fruto maduro del árbol del capitalismo feroz y del consumismo a ultranza. Engendro previsible del pragmatismo económico al que nada le importa la cuestión social.
Fruto esperable de la filosofía centralista de un gobierno que sólo llega a ver el árbol frente al obelisco que le tapa el gran bosque de la Argentina toda.
La gente demanda computadoras baratas –privilegian los CEO’s del gobierno- y las ensambladoras fueguinas (apañadas por años por el populismo kirchnerista) lejos están de poder ofrecerlas.
Barajar y dar de nuevo, barrer con la industria electrónica fueguina y asegurarse de que la prensa adicta hable de las importantes rebajas que los consumidores encontrarán (prometen) en las góndolas, ahora que las computadoras podrán traerse del exterior sin impuestos.
Tanto ruido mediático asegura que no se escuchen desde la Gran Ciudad los débiles quejidos y estertores de agonía de un parque industrial riograndense que ya supo de tiempos en que su pujanza quedó reducida a restos fósiles de galpones abandonados. Fruto, casualmente, de otro tiempo de gobierno pragmático y de acendrado gorilismo.
Citando al secretario de Comercio Miguel Braun, el diario Clarín cuenta alborozado que “La quita de aranceles duplicará la venta de computadoras”. “El impacto en el mercado laboral interno de esa medida es muy acotado», agrega el diario, al que sólo le faltó poner que “Tierra del Fuego no existe, es un holograma”.
“En Córdoba ven con buenos ojos la medida”, levanta las copas el diario “La voz” sin aclarar quién ni por qué les ha hecho llegar su optimismo.
Festejan con la víctima
Es todo tan atropellado, tan cruento, tan parecido a una cirugía sin anestesia que, por ejemplo, el portal “política argentina.com”, se ocupa de ridiculizar el video publicitario que el gobierno mandó a difundir para comunicar la quita de aranceles a computadoras. Refiere que en el spot oficial aparece Bangho, la misma fábrica que cerró por esa medida, dejando a 500 familias en la calle.
“Mientras desde el Gobierno aseguran que el impacto en el mercado laboral interno es ’muy acotado’, el video del ministerio de Producción muestra a la marca de una planta que anunció su cierre por no poder competir con las importaciones”, se tira de los pelos el sitio web.
Mientras los festejos y los buenos augurios de rebajas de hasta un 30% se suceden (aunque el díscolo “el cronista” escupa el asado advirtiendo que “seguirán estando más caras que en Chile”), Tierra del Fuego, su parque industrial, sus trabajadores, su comunidad toda, viven su propia angustia.
Curiosamente, entre los libelos difundidos por el gobierno al respecto, se apunta que la quita de aranceles “apunta a crear en tres años 15.000 empleos”, más a menos la cifra de los que caerían en breve plazo en Tierra del Fuego. Con una salvedad, aquéllos se ubican en el centro del país; estos últimos en la tierra de los onas. En el sur, allá lejos, al decir indefinido de Hugo Gimenez Agüero que ya no puede explicarles que “la Patria es como tú y la defiendo aquí en el sur”.
Entre la especulación y la impotencia
Mientras ellos siguen con su celebración de consorcistas del negocio, los fueguinos se angustian, se desesperan, venden sus cosas, cancelan sus planes de formar familia, algunos emprenden la mudanza, otros se preguntan “quién podrá ayudarnos”.
No hay respuestas para ellos. Si les sobran unos pesos de la indemnización podrán comprar computadora barata, los consolaría el redactor de “Clarín”. “Pero más cara que en Chile”, levantaría el dedo índice acusador el experto de “el cronista”.
¿Defenderlos? Lejos está el gobierno provincial de parecerse al Chapulín Colorado. Asombra, asusta más y nos hace sentir más indefensos la actitud pusilánime y condescendiente de sus funcionarios. Que cuando se espera de ellos que pongan el grito en el cielo ponen la otra mejilla. Que tratan de encontrar sinónimos cuando se les piden antónimos del discurso presidencial.
¿Defenderlos? Distante está de sacar a relucir su uniforme de combate un resignado, anómico, gremio que jamás supo exigir garantías de estabilidad para la gente, que sacó provecho del desmadre populista cuanto pudo, que apoyó sin remilgos los contratos basura, que ni por asomo se le ocurrió en décadas plantear un sistema de seguro de reparo, fondo anticíclico o lo que fuere, más imaginativo que esperar la inundación con el patito inflable bajo el brazo.
El día después de mañana
Cabalgando en la impunidad del totalitarismo de mercado, los ministros se han limitado a prometerles vagamente a los fueguinos una incierta reparación (¿“correctivo”, dirían ellos?) bajo el pomposo título de «Plan de Transformación Productiva».
¿En qué consiste tal cosa? Sin tiempo para puntos ni comas, explican que El proyecto contempla la creación de nuevos empleos en sectores más dinámicos, de manera de absorber los puestos de trabajo afectados por la eliminación del arancel a la importación por nichos más competitivos. El plan incluye capacitación, seguro laboral y acuerdos con nuevos empleadores, donde el Estado cubrirá hasta el 50% del salario por un año. La reinserción laboral se podría dar en plantas de producción de luminarias LED; de TV digital; energías limpias (paneles solares); servicios; robótica y electrónica de precisión aplicada a otras industrias, entre otras.
¿Suena utópico? Sí. Y muy lejano en el tiempo, cuando la urgencia fueguina es hoy. Pero al menos convengamos que el guitarreo retumba menos dramático que esta cruenta realidad que nos está tocando volver a vivir.
Volvemos a recurrir a la sabia expresión del poeta: “Se despertó el bien y el mal. Vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza”, se desilusionaba el gran Serrat.
Gloria al CEO en las alturas. En mi calle se acabó la fiesta.
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