Tras posarse sobre el cometa 67P Churyumov-Gerasimenko, la sonda Rosetta dejó de mandar la señal de radio y concluyó su misión con éxito, anunció la Agencia Espacial Europea (ESA).
Rosetta tocó la superficie del cometa que orbitaba desde agosto de 2014 a las 7.39 hora de Argentina, y mandó datos durante 40 minutos más, informó EFE.
Los científicos creen que antes de apagarse habrá rebotado en la superficie del cometa, como hizo el módulo Philae, pero esta vez no será posible saber dónde se encuentra porque las comunicaciones ya se han interrumpido.
Rosetta debería haber impactado en una región de fosas activas en la «cabeza» del cometa 67P, una mole de hielo, piedra y polvo de 10.000 millones de toneladas y un volumen de 25 kilómetros cúbicos.
Es el final de la misión Rosetta, que despegó el 2 de marzo de 2004 y tras recorrer más de 6.400 millones de kilómetros, llegó al cometa en agosto de 2014.
La sonda no fue diseñada para ser desconectada y por eso fue un reto para el equipo de control de vuelo forzarla a entrar en un modo especial que se usó en las pruebas en la Tierra hace más de una década, según la ESA.
Finalmente fue posible mediante un software que se cargó ayer y que permitió que cuando Rosetta tocó la superficie del cometa se desconectase y dejase de enviar la señal.
Diez cifras claves que asombran
La misión europea Rosetta, que llegó hoy a su fin con la colisión programada de la sonda en el cometa Churi, es una aventura espacial sin precedentes. Aquí, diez cifras clave para entender mejor su proeza:
– 7.900 millones de kilómetros fue la distancia total recorrida por Rosetta desde su lanzamiento. Tuvo que atravesar 6.500 millones de kilómetros haciendo un «juego de billar cósmico» para alcanzar al cometa 67P/Churiumov Guerasimenko.
– 12 años, 6 meses y 28 días fue el tiempo transcurrido desde el lanzamiento de Rosetta el 2 de marzo de 2004. Programada inicialmente para durar hasta diciembre de 2015, la misión fue prolongada hasta el 30 de septiembre de 2016.
– 786 días fue el tiempo que pasó la sonda escoltando al cometa Churi, primero acompañándolo en su periplo hacia el Sol hasta el 13 de agosto de 2015 y luego pisándole los talones cuando éste volvió a alejarse de nuestra estrella.
– 720 millones de kilómetros fue la distancia a la que se hallaba Rosetta de la Tierra el jueves por la noche, cuando recibió la orden de dejarse caer hacia el cometa.
– 19 kilómetros fue la altitud a la que se encontraba Rosetta cuando inició su lenta caída libre hacia Churi.
– 14 horas fue la duración del descenso de la sonda hasta su colisión voluntaria.
– 40 minutos tardó en llegar a la Tierra cada señal enviada por Rosetta.
– 100 kilogramos es el peso de Philae —que tiene el tamaño de un lavarropas– en la Tierra. En el cometa pesa solo un gramo. Rosetta, por su parte, pesa alrededor de tres toneladas.
– 1.400 millones de euros fue el costo total de la misión Rosetta, aprobada en 1993 por la Agencia Espacial Europea (ESA).
– 500 fueron los científicos e ingenieros implicados en este proyecto.
Un largo viaje a los orígenes del Universo
La sonda Rosetta ha aterrizado con éxito en su cometa y se ha apagado para siempre. Es el final de una misión espacial histórica, la primera en orbitar y descender a un cometa activo.
Los últimos minutos de descenso se han seguido desde el centro de control de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Alemania en completo silencio, hasta que han estallado los aplausos unos instantes antes que el responsable del control confirmase que la misión había concluido con éxito. «Esto es todo”, ha dicho Patrick Martin, líder de la misión. “Esta es la culminación de un éxito científico y técnico tremendo”.
De hecho, Rosetta ha debido aterrizar unos 10 minutos pasadas las 12:30, hora peninsular española, pero la señal tarda en llegar a la Tierra 40 minutos. Una vez toma tierra, un software detecta el impacto y automáticamente apaga la nave sin posibilidad de volverla a encender.
Durante su descenso, la nave de la ESA ha ido enviando detalladas imágenes del cometa, que se encuentra a más de 700 millones de kilómetros de la Tierra. Esas imágenes son históricas: nunca un instrumento humano había estado tan cerca de un cometa y había podido retratar la superficie de estos cuerpos, imprescindibles para entender el origen del Sistema Solar y posiblemente el origen de la vida.
Como un pato de goma espacial
El cometa 67P es una bola de hielo y polvo que viaja a más de 130.000 kilómetros por hora. Su forma, con un lóbulo mayor y otro menor, es parecida a un pato de goma. El cometa gira sobre sí mismo constantemente lo que genera un campo gravitatorio irregular que podría arruinar el aterrizaje de una sonda si no se tuviera en cuenta. Durante su misión, Rosetta ha caracterizado al detalle ese campo gravitatorio para poder cumplir su destino final: aterrizar en una fosa activa situada en el lóbulo menos, la cabeza del pato.
Esta mañana los ingenieros de la ESA confirmaron la hora de aterrizaje con un margen de error de dos minutos y comprobaron que su tiro había sido bastante certero. La sonda va a tomar tierra a solo 40 metros del punto original elegido. Se trata de una zona muy cercana a la fosa Deir-el-Medina, una de la muchas que existen en la cabeza del cometa. En el interior de estos pozos activos, que escupen gas y polvo, se encuentra el material original del que nació el Sistema Solar hace unos 4.500 millones de años. Antes de morir, la sonda ha intentado analizar ese material en busca de compuestos orgánicos que son la base de la vida tal y como la conocemos.
Los diferentes equipos que han desarrollado la misión se unieron hoy en una retransmisión en directo desde el centro de control en Darmstadt, Alemania. El director general de la ESA, Johann-Dietrich Wörner, y varios ingenieros del equipo siguieron el aterrizaje desde Guadalajara, México, donde se celebra el Congreso Internacional de Astronáutica.
Más de 12 años
El viaje de Rosetta comenzó en marzo de 2004. Despegó de la Tierra con un cohete Ariane 5, después de dos intentos fallidos y un aplazamiento. Rosetta iba acompañada de un módulo de descenso llamado Philae.
El objetivo de la misión era alcanzar la órbita del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko para estudiar su composición. El viaje de la sonda hasta el cometa no fue directo, porque no existe un cohete de tal potencia.
Por eso, fue tomando impulso gravitatorio al acercarse a algunos planetas como la Tierra o Marte. Rosetta tuvo que hibernar durante 31 meses porque viajaba tan lejos del Sol que no le llegaba la suficiente radiación que la alimentase de energía.
La misión se discutió por primera vez a finales de los años 70, pero finalmente se aprobó en 1993. La sonda está diseñada y fabricada por un consorcio de varios países entre los que se encuentra España y cuesta 1.300 millones de euros. Su viaje ha recorrido 8.000 millones de kilómetros a través del espacio. De ellos, 6.400 millones para alcanzar la órbita del cometa. En agosto de 2014, después de una década de viaje, Rosetta alcanzó su objetivo y en noviembre de 2014 Philae aterrizó en él para medir el campo magnético del cometa y tomar muestras de los materiales de la superficie del núcleo.
Mensaje al futuro
Rosetta y Philae han sido las primeras en acompañar a un cometa en su viaje hacia el Sol y posarse sobre él. Entre los aparatos científicos de la misión está la cámara Osiris, que hizo las primeras fotografías de un asteroride, el Stein, a 360 millones de kilómetros de la Tierra.
Los cometas tienen especial importancia para comprender el Sistema Solar puesto que en su interior conservan el material intacto que existía en sus orígenes, hace 4.500 millones de años. Al contrario que la Tierra, que ha ido cambiando por el movimiento de las placas tectónicas y los volcanes. Uno de los hallazgos más relevantes que ha realizado Rosetta es el descubrimiento de moléculas de oxígeno en el cometa 67/P, algo que no hubiese sido posible con los telescopios terrestres. Otro de los descubrimientos es la presencia de 16 compuestos orgánicos como moléculas precursoras de proteínas, de azúcares e incluso de ADN.
Desde hoy, el cometa 67P transportará un mensaje para civilizaciones alienígenas, pues Rosetta lleva a bordo una placa de níquel con mensajes en 1.000 idiomas.
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