El partido se jugó en el estadio Monumental, en el que hubo mucha gente pero que no llegó a llenarse, con un pésimo arbitraje del paraguayo Carlos Torres, quien terminó siendo cómplice del juego brusco de los dos equipos.< ?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
Argentina tuvo 15 minutos buenos en el primer tiempo, quizás de los mejores en esta eliminatoria, pero a la vez tuvo la peor segunda etapa que se recuerde de los últimos tiempos, con una actuación paupérrima.
En el comienzo del partido el seleccionado argentino se mostró como un equipo ciclotímico, porque en los primeros minutos no encontró la pelota, se equivocaba en los pases, no tenía respuestas, pero en un abrir y cerrar de ojos se puso 2 a 0 arriba en el marcador.
En los primeros cinco minutos el partido se peleó en la mitad de cancha, aunque del lado uruguayo, pero sin que se generan situaciones de gol.
Pero de golpe el equipo de Alfio Basile se puso arriba en el marcador: Carlos Tevez peleó una pelota por izquierda y luego de un rechazo de un defensor uruguayo la pelota pegó en el paraguayo Torres, quien involuntariamente habilitó a Juan Román Riquelme, quien levantó la mirada, vio a Messi y le sirvió el gol al delantero de Barcelona, quien de cabeza no perdonó.
A partir de ese momento llegaron los mejores diez minutos del seleccionado argentino en esta eliminatoria sudamericana, con presión sobre el rival y generando varias situaciones de riesgo.
Por eso no extrañó que a los 12 minutos el local aumentara la diferencia, a través de Agüero, quien aprovechó un rebote tras un remate de Esteban Cambiasso que pegó en el palo.
Pese a estar arriba en el marcador por dos goles los dirigidos por Basile siguieron presionando, Messi tuvo el tercero, pero a los 20 minutos del primer tiempo el equipo se cayó y entró en el juego de Uruguay, el del roce, el choque y la pelea.
Desde los 20 minutos del primer tiempo, hasta el final del partido, no hubo juego, fue todo un concierto de errores, de más patadas, más juego brusco. El fútbol que le gusta a la gente quedó en el olvido.
En ese partido el seleccionado argentino estaba tranquilo, no sufría hasta que se lesionó Jorge Fucile y fue reemplazado por Edinson Cavani, y ahí Uruguay pasó a atacar con tres y si bien no mostró fútbol, comenzó a desnudar los problemas defensivos, sobre todo cuando atacó por el sector de Gabriel Heinze y Martín Demichelis.
La tranquilidad se acabó cuando Lugano descontó, luego de que se durmiera toda la defensa argentina, porque con el 1-2 Uruguay estaba a tiro del empate.
El segundo tiempo de este partido tiene poco para comentar, porque lo único que pasó fueron los golpes, las patadas, el pésimo arbitraje de Torres y mucho más no hay para destcar.
Fue desconcertante la actuación del equipo de Basile, quien hizo cambios para proteger el 1 a 1, mostrando que hace años dejó de ser el entrenador que pregonaba el buen juego para transformarse en un “resultadista” a ultranza.
El silencio de la gente en la cancha de River fue un fiel reflejo de lo que sucedió en la etapa final, donde se olvidaron de jugar al fútbol, pese a que se festejó la victoria, por ser la primera oficial del año.
Fuente: Telam