La cuesta era empinada y la urgencia era grande. Porque la derrota 2 a 0 en Quito obligaba a River a una remontada importante para atravesar la valla de los octavos de final de la Copa Libertadores, el único objetivo que le quedaba en el semestre. Pero el equipo dirigido por Marcelo Gallardo, que lo buscó por todos los caminos, solo pudo vencer 1 a 0 a Independiente del Valle y se despidió del torneo que le había regalado una alegría gigante hace poco menos de un año. El campeón se despidió y el estruendo fue sonoro.
No había demasiado misterio en cuanto al libreto del encuentro, puesto que la desventaja y la localía hacían previsible un ataque sostenido desde el primer minuto del local. Y así fue. River fue dueño de la primera etapa de principio a fin con un empuje tan constante como carente de claridad.
La pelota estuvo casi permanentemente en los pies de los futbolistas del Millonario y en el territorio de los ecuatorianos, que se acuarteló muy cerca de su área y apostó a sostener lo conseguido seis días atrás en Quito.
En 45 minutos el local remató 11 veces al arco, aunque la mayoría fueron disparos desde fuera del área, ante la imposibilidad de vulnerar la muralla defensiva visitante. Las más claras las tuvieron Rodrigo Mora, quien empalmó sin precisión un balón tras un centro de Camilo Mayada y una tijera fallida de Ignacio Fernández, e Iván Alonso, que resolvió mal una jugada preparada a partir de un tiro libre de Andrés D’Alessandro.
Pese al dominio de River, la ocasión más clara del primer período la tuvo Independiente del Valle en un cotragolpe: Julio Angulo le ganó con el cuerpo a Eder Álvarez Balanta, pero perdió en el cara a cara con Marcelo Barovero.
En el complemento el terreno fue un plano inclinado hacia el arco de Librado Azcona, quien minuto a minuto y manotazo a manotazo fue edificando una labor que difícilmente olvidará. Las aproximaciones acumularon. A los 4 minutos Leonardo Ponzio lanzó un tiro libre envenenado desde la izquierda, peinó Camilo Mayada y Gabriel Mercado lo perdió de cabeza en el área chica. Dos minutos después una chilena de Mora en el punto del penal salió al centro del arco y Azcona logró contener.
El uruguayo Pablo Repetto, entrenador del conjunto visitante, se desgañitaba para pedir a sus jugadores que intentaran tener el balón y salir del encierro, pero no había caso. A los 14 Azcona mandó al córner un bombazo de Lucas Alario, que había reemplazado a Mayada, y tras ese tiro de esquina un cabezazo de Alario fue repelido por el travesaño.
Con un aliento incesante de las 60.000 personas que colmaron el Monumental, River siguió empujando y generando riesgo, aunque cada paso del cronómetro le iba quitando una pizca de lucidez. A los 19 D’Alessandro apuntó y disparó desde la medialuna y el travesaño, otra vez el travesaño, se lo negó. A los 25 Azcona manoteó milagrosamente y evitó que un cabezazo de Alonso rompiera el cero.
Tanta búsqueda tuvo su premio a los 33 minutos, cuando Alario consiguió empujar al gol un rebote que Azcona había dado ante un remate de Milton Casco. A un paso de los penales, el equipo de Gallardo se jugó el resto en el tramo final del duelo, pero entre las intervenciones del guardavalla visitante y la falta de puntería de los jugadores del Millonario los minutos se extinguieron sin que llegara ese segundo grito salvador.
El aplauso cerrado del público para un equipo que hizo méritos suficientes para, al menos, haber llegado a jugar su suerte desde el punto del penal fue un pequeño consuelo que no llegará a cerrar la herida de la eliminación prematura del campeón vigente del certamen. Para Independiente del Valle, que por primera vez en su historia alcanzó los cuartos de final de la Libertadores, la próxima prueba será ante Pumas de México, que dejó en el camino a Deportivo Táchira de Venezuela.
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