El empresario patagónico Cristóbal López acumuló en los últimos años de la gestión kirchnerista una deuda por más de $ 8.000 millones con la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), según revela un artículo publicado hoy en el diario La Nación, que asegura que el pasivo fiscal amenaza con tornarse impagable en el transcurso de los próximos meses.
Los datos revelados por el periodista Hugo Alconada Mon, que el viernes adelantó en la red social Twitter que tendría una noticia que “sacudiría todo”, surgen de los balances contables de Oil Combustibles y otras empresas del Grupo Indalo.
El sábado Clarín reveló irregularidades en la compra de una refinería y 340 estaciones de servicio de Petrobras por parte del empresario, en 2011, motivó que el diputado federal brasileño Rubens Bueno, del Partido Popular Socialista, pidiese que López viaje a Brasilia para explicar la transacción, bajo la sospecha de que la petrolera habría aceptado vender por debajo del valor de mercado.
Además, otra acusación contra el empresario patagónico reveló que habría dejado de pagar un tributo (el impuesto a los combustibles) durante más de un año. Y, con ese dinero, habría comprado Petrobras.
La noticia se dio a conocer después de que el viernes el empresario, que más creció durante el kirchnerismo, separara algunos de los negocios del Grupo Indalo, del que controla más de un 70%, con su socio Fabián De Sousa.
La investigación de Alconada Mon señala, según datos que surgen de los balances, que el dinero de la deuda con la AFIP de López corresponde a retenciones del Impuesto a la Transferencia de los Combustibles (ITC).
Cada vez que alguien carga nafta en sus estaciones de servicio, de cada $ 14 por litro que la empresa cobra, debe girar $ 4 a la AFIP (el 26% del precio por litro), que se suman a otros impuestos y tasas. Esto es algo que el empresario no hizo y el trato de la AFIP fue llamativamente benigno.
Según sostiene la investigación de Alconada Mon, con ese dinero que retuvo, López, que tenía un diálogo fluido con Néstor Kirchner, expandió su conglomerado de empresas: el Grupo Indalo. «El empresario no impulsó el crecimiento de su imperio con las ganancias del juego, sino que lo hizo con fondos que debió girar al Tesoro nacional», explica el artículo publicado en La Nación.
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