Luego del violento choque que se dio en Mar del Plata, Boca y River volvieron a verse las caras en Mendoza. Con la misma base del primer duelo, aunque Rodolfo Arruabarrena cambió el esquema e hizo debutar al juvenil Christian Moreno y al colombiano Frank Fabra, los equipos salieron al Malvinas Argentinas a disputar el compromiso como si se tratara de una final.
El juego de luces, la pirotecnia y las banderas decoraron un espectáculo que se inició con una intensidad muy previsible. La presión de Cubas y César Meli fue el recurso que empleó el Xeneize para gestar los primeros ataques, dado que el mediocampo recuperaba rápido y descargaba para la triangulación de Lodeiro, Tevez y las proyecciones de los laterales. En cambio, el Millonario se tuvo que conformar con los contragolpes comandados por Rodrigo Mora.
Sobre el primer cuarto de hora se produjo la acción más clara para abrir el marcador. Un centro de Gino Peruzzi hacia la cabeza de Andrés Chávez descolocó a la última línea de la Banda. Sobre todo después de la inteligente decisión del ex Banfield, quien habilitó a un Apache de frente y sin marca… pero el ex Juventus se apuró con su remate y desperdició la ocasión.
El sector derecho era la fórmula del elenco del Vasco. Otro pelotazo del ex Vélez generó otra situación de riesgo, debido a que la vía aérea favorecía con claridad a los de azul y amarillo. Fernando Tobio ganó en el área rival y, por centímetros, el central no festejó el tanto. A diferencia de lo que sucedió en la ciudad balnearia, esta vez Boca se imponía por su fútbol y no por las patadas.
Además, las fallas de Eder Álvarez Balanta significaban otro argumento para justificar la superioridad del conjunto de la ribera. El colombiano creyó tener dominada una pelota y, después de hacer jueguitos en el área, expuso a Marcelo Barovero con un pase corto. Chávez anticipó y buscó a Tevez, pero el moreno se recuperó y despejó al córner. Los nervios eran tan perceptibles que Gabriel Mercado también complicó a su arquero con un toque hacia atrás, Trapito despejó mal y Ponzio intentó corregir con un taco. Naturalmente, las desprolijidades hacían suponer la llegada del gol boquense.
Sobre la media hora Balanta debió ser expulsado. El defensor, que ya estaba amonestado, le pegó una patada de atrás a Tevez que mereció la segunda amonestación. Sin embargo, para Néstor Pitana fue una falta menor. La displicencia del árbitro mantuvo la igualdad numérica e incidió en el desarrollo del cotejo.
A diferencia de lo que sucedió en el campo, una individualidad de Lucas Alario le dio la chance a Nacho Fernández de imponer el grito millonario, pero el ex Gimnasia no tuvo suerte. El palo salvó el invicto de Agustín Orion y mantuvo la justicia en el score. Los goles debían llegar en el complemento.
En el segundo tiempo Lodeiro probó con disparos de media distancia, pero Barovero demostró su solvencia. En tanto, la mano de Gallardo volvió a surtir efecto, ya que los ingresos de Sebastián Driussi, Camilo Mayada y Gonzalo Martínez le dieron más aire a un conjunto que emparejó el pleito por la renovación de su ataque.
Por lo tanto, a falta de 10 minutos para el cierre, una indiscutida infracción de Sebastián Palacios sobre el Pity derivó en el penal que le permitió a Mora encausar el triunfo. El uruguayo fusiló al ex San Lorenzo para celebrar con su ametralladora cargada de tiros, que le costó una amarilla. El llamativo festejo, que también empleaba Gabriel Batistuta y que ahora lo aplica Daniel Osvaldo, está prohibido según el árbitro misionero.
Como ocurrió hace una semana, la alegría volvió a ser de River. Si bien el título es veraniego, los del Muñeco tienen la confianza de comenzar la temporada con el pie derecho, mientras que Rodolfo Arruabarrena continúa sin ganar ante rivales argentinos. El margen del Vasco es cada vez menor y la obligación de conquistar la Copa Libertadores es un peso que deberá soportar de la mejor manera. Según lo demostrado en enero, el camino es incorrecto.