(AFP | Efe | Río de Janeiro, abril 25 de 2011) – Militantes de Greenpeace se han manifestado este lunes en el centro de Río de Janeiro para reclamar la paralización de las obras de construcción de la central Angra III, en la localidad de Angra dos Reis (situada a 150 kilómetros de Río). En Angra dos Reis se encuentran ya las dos únicas centrales nucleares que hay en Brasil.
Ataviados con monos amarillos y con máscaras de gas, los ecologistas han cubierto la zona de humo naranja «no tóxico», según han asegurado, a la entrada del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), la entidad que financiará un 60% del presupuesto para construir la central Angra III, cuyo coste se estima en unos 4.000 millones de euros.
La protesta sorprendió a los agentes de seguridad de BNDES, un edificio de 30 plantas situado en el corazón de Río cuyos accesos han sido cerrados durante el acto de Greenpeace.
Los fantasmas de Fukushima y Chernóbil
«La BNDES es la principal fuente de financiación de Angra III. Ha aportado unos 2.700 millones de euros. Pedimos la suspensión de este préstamo», ha afirmado a AFP, Ricardo Baitelo, responsable de la campaña contra la energía nuclear de Greenpeace. Una campaña que ha sido relanzada debido al accidente nuclear de la central de Fukushima, provocado por el terremoto y tsunami posterior que asoló la costa este de Japón el pasado 11 de marzo.
La protesta se celebró un día antes de que se cumplan 25 años de la catástrofe de Chernóbil (Ucrania), considerado como el accidente nuclear más grave del mundo y uno de los mayores desastre medioambientales de la historia.
Tras 24 años de polémica, las obras de construcción de Angra III fueron retomadas en junio de 2010. Se calcula que la central estará lista a finales de 2015.
Dos centrales nucleares ya en uso
«En Brasil existen factores de riesgo porque las centrales nucleares del país están construidas en áreas muy sensibles, densamente pobladas y con riesgos de deslizamientos de tierra», dijo a un grupo de periodistas Ricardo Baitelo, coordinador de campaña de Greenpeace contra la energía nuclear.
Baitelo advirtió que Brasil puede sufrir un accidente similar al ocurrido en Chenóbil en 1986 porque existen dificultades para almacenar los desechos radiactivos generados por las centrales nucleares del país.
«Tendremos problemas para evacuar a la población en caso de que se origine un accidente. No estamos preparados para ello al contrario de lo que afirman las autoridades», añadió el activista.
De manera conjunta, se calcula que las centrales Angra I (650 MW) y Angra II (1.350 MW), ya en servicio, y Angra III (1.400 MW) suministrarán energía suficiente para abastecer a Río de Janeiro.
«Brasil dispone de los recursos necesarios para reemplazar la energía nuclear por otras fuentes renovables más seguras, como la biomasa y la energía eólica», ha asegurado Ricardo Baitelo.
En Brasil, el 85% de la electricidad es generada en la actualidad por centrales hidroeléctricas, aunque los especialistas advierten que a partir de 2020 estas fuentes serán más difíciles de obtener. Las centrales nucleares proporcionan menos del 5% de la energía del país.