Se trata de Pauline Cafferkey, una trabajadora británica de 39 años. Había contraído la enfermedad en diciembre del año pasado, en Sierra Leona, cuando se encontraba realizando tareas humanitarias para tratar de contener el brote de la enfermedad en África occidental.
La enfermera pasó cerca de un mes en aislamiento en el Royal Free Hospital de la capital inglesa y llegó a estar en estado crítico antes de recibir un tratamiento experimental con plasma sanguíneo de otro enfermo británico, el también sanitario Will Pooley.
El Ministerio de Salud afirmó que el nuevo ingreso de Cafferkey es una medida de «precaución» y que no existe un riesgo significativo para que transmita la enfermedad.
Los protocolos en el Reino Unido indican que cualquier persona diagnosticada con ébola debe ser trasladada lo antes posible a la unidad de aislamiento preparada en el Royal Free Hospital de la capital británica.
En un comunicado, el centro de salud confirmó que la enfermera fue trasladada desde Glasgow este viernes por la madrugada debido a una «inusual complicación tardía relacionada con su previa infección con el virus del ébola».
El ébola solo se puede transmitir por contacto directo con la sangre o fluidos corporales de la persona infectada durante la etapa sintomática de la enfermedad, subrayó el hospital.
La semana pasada, Cafferkey estuvo en Londres para recibir un premio en reconocimiento de los riesgos que tomó para ayudar en África durante la epidemia de ébola.
En una entrevista con la BBC, la enfermera explicó que durante el periodo de recuperación de la enfermedad experimentó problemas de tiroides y perdió el cabello.
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