(Buenos Aires, abril 22 de 2011/Télam) – Un grupo de científicos del Instituto de Física Aplicada puntano (INFAP), que depende del CONICET, y de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), analizan materiales para ser usados como catalizadores para obtener energías no convencionales.
En una nota de divulgación científica a la que tuvo acceso Télam, los investigadores sostienen que buscan mejorar la obtención de hidrocarburos líquidos como nafta y diesel, entre otros productos, a partir de gas natural o carbón.
Las crisis de los últimos años en torno de la producción de combustibles líquidos a partir del petróleo crudo, con los problemas medioambientales que genera, llevó a científicos del Conicet y la UNSL a sumarse a la búsqueda de nuevos materiales para una alternativa de sustitución de esta materia prima.
Al ser el petróleo una fuente de energía no renovable y presentar aumentos escalonados de precio desde el año 2000, se ha incrementado el interés por desarrollar fuentes alternativas que sean económicamente rentables, fácilmente accesibles y se encuentren en abundancia en la tierra, indicaron.
Actualmente, en Alemania, Sudáfrica y Malasia existen plantas industriales que utilizan la tecnología Fischer-Tropsch (FT) para la producción de hidrocarburos, similares a los que se obtienen a partir del petróleo.
Desarrollada por los alemanes Franz Fischer y Hans Tropsch durante los años 20 en busca de lograr independencia energética, esta tecnología utilizaba vapor de agua y carbón mineral para la obtención de combustibles líquidos.
Sin embargo, no fue ampliamente utilizada por su baja rentabilidad frente al petróleo, panorama que viene cambiando en los últimos años.
Teniendo en cuenta la demanda de combustibles del mundo actual y la influencia que tiene la producción de hidrocarburos sobre la economía mundial, se puede decir que la importancia de esta tecnología trasciende el plano económico y social.
En ese contexto, investigadores del INFAP (de doble dependencia Conicet–UNSL), obtienen y caracterizan materiales para ser usados como catalizadores, con los cuales buscan mejorar el rendimiento del proceso de FT a través del cual se logran hidrocarburos líquidos (nafta y diesel), entre otros productos, a partir de gas natural o carbón.
Actualmente, la tecnología FT obtiene combustible sintético de alta calidad y medioambientalmente limpio, ya que los productos obtenidos tienen niveles mucho más bajos de contaminantes atmosféricos (óxidos de nitrógeno y azufre) que los combustibles tradicionales, señalaron.
Si bien el proceso FT da una serie muy amplia de productos, desde gases hasta ceras, pasando por las naftas y los diesel, se puede mejorar la selectividad hacia alguno de esos productos, modificando los catalizadores utilizados.
En esta tecnología es de suma importancia el comportamiento del catalizador, ya que la elección del más eficiente aumenta las posibilidades de alcanzar un buen rendimiento a un bajo costo.
Aunque actualmente no hay una definición de cuál es el mejor, hay mucha información que incentiva a profundizar la investigación.
«El principal objetivo es proponer nuevos materiales que sean activos y puedan ser utilizados con éxito en la síntesis de Fischer Tropsch», comentó el Karim Sapag, responsable del Laboratorio de Sólidos Porosos del INFAP.
«Se han conseguido resultados promisorios sobre la actividad y selectividad de catalizadores obtenidos a partir de la modificación de una arcilla natural» de San Juan y de materiales porosos de silicio, se indicó.
«Adicionalmente se encuentra en curso el estudio de catalizadores soportados sobre materiales porosos novedosos, como nanotubos de carbono y materiales mesoporosos ordenados», agregó Sapag.
Numerosos grupos de investigación en el mundo, aunque muy pocos en la Argentina, se encuentran trabajando en la temática, ya sea desde el punto de vista del estudio de los materiales como en la mejora del proceso.
Muchas veces son las mismas compañías petroleras las que financian las investigaciones. En este caso, el proyecto de investigación es enteramente financiado por el Conicet y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y la Universidad Nacional de San Luis.