El seleccionado argentino de fútbol se calzó con comodidad y prestancia el traje de favorito que le habían asignado para esta Copa América durante el primer tiempo, que terminó ganando por 2 a 0, pero en la segunda parte se transformó en un equipo vulgar y Paraguay le terminó igualando 2 a 2 en el debut de ambos en el grupo B del certamen que tuvo lugar en el estadio La Portada, de La Serena.
Argentina parecía tener todo resuelto antes de la media hora, el tiempo que le llevó a los paraguayos cometer su primer error defensivo y a los dirigidos por Gerardo Martino, o más precisamente a Sergio Agüero aprovecharlo con su habitual capacidad de definición.
Fue una derecha al mentón, en términos de la ortodocia boxística, ese remate con la pierna diestra del «Kun» a la red tras eludir al arquero Anthony Silva, y tras ella sobrevino de inmediato, apenas seis minutos después, una zurda de Lionel Messi mediante un penal que le cometieron a Angel Di María, para poner de rodillas al conjunto de Ramón Díaz.
Un equipo, el paraguayo que distaba mucho de aquel que justamente dirigiera el «Tata» cuatro años atrás, al punto que durante el primer tiempo no difirió demasiado su endeblez futbolística de la que exhibiera una semana atrás Bolivia en San Juan, donde fue goleado por 5 a 0.
Firme atrás, donde Nicolás Otamendi parece ser, por fin, el complemento ideal de Ezequiel Garay, y sólido en el medio con esa quinta columna que es Javier Mascherano, todo depende después de lo que produzcan los de arriba, bien abastecidos por un Javier Pastore que se va consolidando dentro de los once a pasos agigantados.
Con Paraguay metido bien atrás, y en muchas ocasiones, cuando la pelota la manejaban los volantes argentinos, con los once integrantes incrustados dentro de su área, Argentina pareció por momentos un rival de otra categoría.
Y así, mientras la austeridad de los albirrojos provocaba las pullas de los hinchas argentinos para con Ramón Díaz, el primer tiempo se consumió sin atisbos de cambio para la otra mitad, que a la luz de lo observado parecía estar de más.
Tan solo un error propio de Argentina, como había ocurrido a su favor en el primer tiempo, podía abrir otro camino en el desarrollo del partido, y ese error llegó.
Iba un cuarto de hora del segundo tiempo cuando perdió un balón Pastore en tres cuartos de Paraguay y el balón derivó en Nelson Haedo Valdéz, que con un violento remate de medio distancia cumplió su sueño, anunciado hace dos días, de convertirle un gol a Argentina.
A partir de allí el partido cobró vibración, porque tocado en su orgullo el equipo argentino fue por la clausura del partido y Paraguay, entonado, por la paridad.
Entonces el desarrollo se hizo de ida y vuelta, con Sergio Romero y Anthony Silva revolcándose de contínuo, ya que en la media hora final estuvo tan cerca de aumentar el equipo del «Tata» como de igualar el del «Pelado».
Y en ese tute se dio esto último cuando sobre la hora, paradójicamente, el argentino naturalizado paraguayo, Lucas Barrios, le dio la paridad definitiva al conjunto guaraní.
Se dio cuenta Paraguay que animándose podía conseguir algo importante para su futuro y por contrapartida desnudó Argentina algunos problemas en el retroceso que solamente la sapiencia de Mascherano para pasar de volante central a último hombre, algo a lo que está habituado en Barcelona, pudieron solucionar.
Un llamado de atención para los argentinos en este arranque de competencia, donde transitaron de un primer tiempo pletórico a una segunda etapa cargada de dudas, que seguramente le hará replantear algunas cosas a Martino.
Claro que ante la inmediatez del partido del martes próximo ante Uruguay, que previamente debutó con un ajustado 1 a 0 sobre Jamaica, todo pasará más por la dialéctica que por el trabajo de campo.
Y al final, como siempre sucede, cayeron de las pobladas tribunas de La Portada algunos gritos de aprobación para Ramón Díaz y algunos reproches para Martino. Una síntesis perfecta de lo que fue de un tiempo a otro.
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