LAS GRUTAS (diario Río Negro) – Alguna vez, antes de que los buques balleneros las persiguieran, las ballenas francas retozaron a gusto a lo largo del Atlántico Sur. De esa época sólo queda la información que pudo extraerse de los cuadernos que llevaban esas embarcaciones, en los que se asentaba el número de mamíferos cazados. De allí surge que en el siglo XIX 30.000 de estos animales se perdieron en manos de esa explotación.
A partir de entonces las acciones de conservación se sucedieron, y hoy la especie continúa recuperándose. Tanto es así que un reconocido biólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet) sostiene que los golfos de la provincia de Chubut están al borde de saturar su carga de ejemplares. Es decir, la regulación natural de la especie habría llegado a completar la cantidad de individuos que históricamente habrían habitado esa zona. El próximo paso sería que esa población se expandiera, para repoblar nuevas costas.
Debido a esto cada vez habrá más cetáceos navegando en área rionegrina, por el interior del golfo San Matías. Es que este lugar es el destino más próximo para estos animales que, un siglo después de haber sido diezmados, están retornando a sitios que siempre fueron suyos.
Protección sostenida en el tiempo
«Hay una hipótesis muy fuerte que indica que los golfos Nuevo y San José están cubriendo su capacidad de carga y llegando a la saturación. No podemos precisar en cuánto tiempo se completará este proceso, pueden ser 5, 6 años o más. Lo cierto es que esto produce que la población de ballenas se vaya expandiendo hacia las zonas cercanas, como el golfo San Matías. Una vez que la carga de los golfos de Chubut se sature, el mismo proceso tendrá lugar en esos lugares que están recibiendo este derrame, que irán repoblándose paulatinamente hasta alcanzar su punto de saturación», afirmó el biólogo Enrique Crespo.
Desde 1998 este profesional (que se desempeña como investigador superior del Conicet y profesor de las universidades de la Patagonia y del Comahue) encabeza un programa de monitoreo que estudia 620 km de la zona costera de Chubut. La dinámica de trabajo incluye la realización de censos aéreos para recabar datos acerca del número y la composición de los grupos de ballenas que llegan para reproducirse.
Esa información le permitió esbozar la hipótesis sobre la inminente finalización de la repoblación de la especie en Chubut y su expansión hacia el golfo rionegrino. «Los indicadores de este proceso son varios -sostiene Crespo- primero la tasa de incremento poblacional de ballenas en los golfos chubutenses va decreciendo (de ser un poco más de 6, cayó a menos de 4) y el nacimiento en relación a las muertes disminuye. La segunda variable -agrega el biólogo- es que este monitoreo que se viene desarrollando hace 15 años indica que cada vez hay más animales en las zonas más profundas de los golfos Nuevo y San José, en las que antes no se veían ejemplares. Y esto está ligado a que en ese lapso se triplicó la cantidad de cetáceos. De 500 que inicialmente se contabilizaban pasaron a 1300 en el pico de la temporada. En ese tiempo también creció la cantidad de nacimientos. Ahora, como mencioné, esto está cambiando, por eso los indicadores muestran que la población de a poquito está alcanzando algún grado de saturación. Estaría completándose la carga de animales en la zona y ahora los grupos se irían expandiendo, para repoblar nuevas áreas».
Aumenta el número de ballenas
La buena nueva, sin embargo, podría verse empañada por la existencia de otras variables. Según Crespo «esa tendencia que se ve en el tiempo podría cambiar por eventos que están más allá de nosotros mismos, como el cambio climático. Es que el calentamiento global está provocando una variación en la temperatura del agua del mar. Esto podría generar que el krill del que se alimentan las ballenas francas (que es algo similar a pequeños crustáceos) no tenga la disponibilidad actual en las áreas de alimentación. Si comen menos la capa de grasa que logran generar es menor, y la leche con la que alimentan a sus crías también es menos grasa, y esto influye en su capacidad de supervivencia. Esta cuestión global del cambio climático produce fenómenos encadenados, que causan perjuicios impredecibles», se lamentó el experto.
(www.rionegro.com.ar)
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