“¡Papa, Papa, pizza, pizza!”, le gritó Enzo Cacciale, dueño de la pizzería “Don Ernesto”. Cuando Francisco lo vio desde el Papamóvil, no dudó en tomar la bandeja redonda que le ofrecía.
En medio de su paseo por la ciudad del sur de Italia, el maestro pizzero Enzo Cacciale se acercó al Papamóvil en movimiento y le ofreció una de sus creaciones a Jorge Bergoglio, el mismo que hace pocas semanas declaró que extrañaba “comerse una pizza” en su porteña Buenos Aires.
Quizás eso fue lo que jugó a favor de un emocionado Cacciale, dueño de Pizzería Don Ernesto, un local que ya tiene antecedentes en esto de promocionarse con pizzas para figuras internacionales.
“¡Papa, Papa, pizza, pizza!”, le gritó Enzo tras saltar la valla de seguridad unos segundos antes de que se acercara el Papamóvil en uno de los viajes más custodiados del Sumo Pontífice dentro de Italia, ya que contó con tres mil agentes de seguridad, francotiradores incluidos.
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