El mundo del espectáculo rioplatense está de luto. China Zorrilla falleció a los 92 años, luego de permanecer tres días internada en Montevideo por un cuadro de neumonía. Su salud estaba muy deteriorada desde hacía varios meses.
Se llamaba Concepción Matilde Zorrilla de San Martín Muñoz. Era, es y será China Zorrilla , la gran dama del teatro rioplatense. Fue una de las artistas más queridas tanto de su Uruguay natal como de la Argentina. Actriz, comediante y directora, su fama se extendió por Latinoamérica y España a lo largo de más de 60 años de trayectoria, que incluyeron medio centenar de películas, y otro tanto de obras de teatro y teleteatros. Sus personajes marcaron al público rioplatense, tanto por sus participaciones en comedias como en dramas y su prestigio la hizo acreedora de premios por doquier: obtuvo la condecoración de la Legión de Honor del gobierno de Francia y un sello postal honorífico de la República del Uruguay, además de dos Martín Fierro, los premios ACE, Trinidad Guevara, Florencio Sánchez, Konex y tantos más, pero el más importante, tal como ella lo diría, el beneplácito total del público en cada una de sus apariciones en escena.
El aplauso le llenaba el corazón. Amaba el teatro como nada y se sentía la más afortunada por poder dedicarle su vida. «Un día miré a mi papá [el famoso escultor José Luis Zorrilla de San Martín] y le dije que debía ser muy feliz por poder realizarse como escultor en la más completa soledad. Sabés lo que me contestó: «Pero a ti te aplauden». No me voy a olvidar nunca. Y encima nos pagan. Es una profesión única en el mundo», dijo en una ocasión.
China se encontraba retirada de la escena pública desde marzo de 2012, cuando cumplió 90 años y se despidió del mundo del espectáculo. Desde entonces no dio más entrevistas y evitó mostrarse en público. De hecho, no participó de la promoción por el reestreno de Esperando la Carroza, en donde interpreta a la desleal Elvira Romero, personaje de culto dentro del cine argentino. Los años ya le pesaban demasiado, y aunque enviaba felicitaciones a sus colegas por cada estreno en teatro o cine, prefería quedarse en su casa, acompañada de sus íntimos. Carlos Perciavalle, uno de los amigos que la acompañó hasta el final, admitió que a veces no reconocía a la gente, pero dijo que mantuvo el espíritu alegre hasta sus últimos días.
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