“Gaia está ahora listo para comenzar su fase científica de cinco años, pero la puesta en servicio también reveló algunas anomalías inesperadas”, anunció el martes la Agencia espacial europea (ESA) en un comunicado.
A pesar de los contratiempos, la ESA debería estar en condiciones de publicar en 2016 un primer “catálogo del cielo”.
Lanzado gracias a un cohete Soyuz desde el centro espacial de la Guyana francesa el pasado 19 de diciembre, Gaia se encuentra posicionado en un puesto de observación privilegiado, a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.
Será capaz de localizar mil millones de estrellas de nuestra galaxia, determinando su posición y movimiento, pero también la distancia que las separa de la Tierra, el parámetro más difícil de obtener. En un 99% de los casos, esa distancia nunca se había medido con precisión.
“La puesta en marcha fue difícil”, admitió Timo Prusti, responsable científico del proyecto para el ESA. Pero “en su conjunto, Gaia está en buenas condiciones para cumplir lo que promete”, agregó.
“Todas las metas básicas son aún realizables”, aseguró Timo Prusti, citado en el comunicado.
Uno de los problemas encontrados fue la formación de hielo en las lentes, seguramente a partir de agua que se formó en alguna parte de la nave espacial antes del despegue. Las lentes fueron calentadas para quitar el hielo, pero la operación seguramente deberá volver a repetirse durante la misión.
Otro problema fue el nivel de “luz parásita” que encontró Gaia y que fue más elevado de lo previsto.
“Optimizamos el software de a bordo para atenuar lo más posible el impacto causado por ese ruido de fondo luminoso”, explicó Guiseppe Sarri, director del proyecto Gaia en la ESA.
“De todas formas, vamos a ser capaces de analizar mil millones de estrellas o más, con una precisión hasta cien veces mayor que la del predecesor de Gaia, Hipparcos”, aseguró.
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