El 24 de marzo de 1976, la selección albiceleste jugaba en Polonia y la dictadura ordenó televisar el partido por cadena nacional. A esa hora, comenzaron los gritos de pánico, tortura y desaparición.
Desde aquel miércoles 24 de marzo de 1976, ningún canal emitió contenido sobre el golpe de Estado sin previa aprobación de los dictadores Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera. Los medios fueron tomados en su totalidad por los militares y un país era distraído por el fútbol.
La selección argentina derrotó a Polonia (2-1) y en el momento que se gritaban los goles se producía un nuevo golpe en el país. En la noche anterior, el duelo de Copa Libertadores entre River Plate y Portuguesa de Venezuela había relajado a muchos antes de dormir.
A la medianoche, minutos después de finalizado el partido en el estadio Monumental de Buenos Aires, la presidente Isabel Martínez de Perón fue derrocada, detenida y trasladada a la provincia Neuquén. En ese momento, los militares ya eran los nuevos dueños de los medios estatales: Radio y TV.
El gobierno de facto asumía por la mañana y un comunicado llevó tranquilidad a los futboleros: el partido entre Argentina y Polonia quedaría programada dentro de la cadena nacional. Compartía grilla con marchas militares y comunicados de la junta.
En horas de mediodía, los goles de Leopoldo Luque y René Houseman generaban felicidad mientras algunos argentinos ya eran «chupados» y otros se escondíantemiendo lo peor.
Ese día, la prensa consideró aquella victoria albiceleste como «la mayor hazaña de la historia en el exterior» y los integrantes del equipo nacional se enteraron horas después del partido sobre las novedades políticas en su país.
La gira del seleccionado continúo por Europa y en el país no se detenían los eventos futbolisticos. La Copa Libertadores y el torneo Metropolitano seguían su rumbo. Mientras la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea conformaban el «Proceso de Reorganización Nacional».
El sábado 20 de marzo, el equipo del «Flaco» César Menotti venció 1-0 a la Unión Soviética, en Kiev. Y diez después, cayó 2-1 ante el equipo Hertha de Berlin, lo que significó la segunda derrota de la gira (antes perdió con Hungría).
Al mismo tiempo que intelectuales, estudiantes militantes o activistas sindicales eran desparecidos, secuestrados, asesinados o exiliados. Y a los periodistas deportivos se les recomendaba hablar sólo de fútbol. Nombrar a los jugadores y no mucho más.
El fútbol sería la mejor propaganda de cara a la Copa Mundial Argentina 1978 en medio del terrorismo de Estado. Entretener a la gente con un acontecimiento único en el país le calzó a la perfección a la junta militar. Este lunes, los argentinos celebran un nuevo Día de la Memoria. Se recuerdan aquellas 30.000 luces que se apagaron y exigen que no se repita «Nunca más».
Emiliano Lentini – Infobae
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