La tarde tuvo su primer punto de calor con el trío Eruca Sativa integrado por Lula Bertoldi en guitarra y voz, Brenda Martin en bajo y el notable baterista Gabriel Pedernera que mostraron las canciones de su disco “Es”, con notable influencia de Divididos.
Las Eruca no defraudaron y su personalidad y sus canciones hacen presagiar la llegada de buenos tiempos.
Mientras tanto, el escenario temático era ocupado por las remeras negras y camperas de cuero de las huestes argentinas del metal que ayer pusieron lo mejor de sí en el escenario de las serranías cordobesas.
El interior de la Argentina volvió a dar un ejemplo de convivencia como siempre ocurre en el Cosquín, ya que heavies y rastas, stones y punkies pasaron los tres días en excelentes términos, disfrutando de la variada oferta del Cosquín.
El escenario heavy tuvo a Almafuerte como plato central con el incontinente Ricardo Iorio y la notable guitarra de Claudio Marciello, la polenta de Horcas con Walter Meza, Logos y el homenaje al soft metal de los 80 con Coverheads.
Uno de los hangares del aeródromo de la ciudad de la serranía cordobesa también fue ocupado por bandas heavies más noveles o menos conocidas como Eternal Grave, New Blood, Vector y Dhak que reunieron a todos los estilos en los que hoy se divide la escena dura.
Mientras que en el escenario principal, una de las bandas más virtuosas del rock barrial, Los Gardelitos, acercó toda su mística traída del rock argentino de los 70´ y ante un público siempre fiel.
Con olor a Aquelarre, Color Humano, Vox Dei y Manal, la banda liderada por Eli Suárez fue la primera del día en rendirle homenaje a Gustavo Kupinski, el guitarrista de Los Piojos y Las Pelotas, que falleció trágicamente en enero pasado.
Luego subió a escena un local, Kapanga, que le disparó fiesta y baile a este festival, además de que cuando el Cosquín Rock comenzaba hace 15 años, el Mono traía a sus maestros pizzeros desde Quilmes para encargarse de darle de comer a todos los músicos.
Eran tiempos en que José Palazzo, productor del evento, apenas si reunía el dinero para sostener el festival, entonces el Mono le brindaba un servicio gratis de catering para que los músicos pudieran comer.
A posteriori, Las Pastillas del Abuelo, la banda más convocante del género barrial, confirmó su gran momento con un muy buen show basado en su disco “Versiones”, que tiene mucha influencia de Los Redondos de Ricota.
Más tarde los uruguayos de No te va a Gustar confirmaron el gran momento de la invasión oriental con un concierto en el que mezclaron las canciones más oscuras de su último disco “Por lo menos hoy” con sus clásicos.
El cierre fue para el ex Piojos, Andrés Ciro Martínez, quien apoyado en esa buena banda que son los Persas, mezcló canciones nuevas con repertorio piojoso y hasta le rindió homenaje a Kupinski tocando “Todo pasa” junto a Micky Rodríguez, ex bajista de la banda que los tres supieron integrar.
Es justo mencionar el buen trabajo de los guitarristas Juan Gigena Ábalos y Juanjo Gaspari, que le dan un vuelo más que interesante al combo, sumado al aporte brasileño del bajista Broder Bastos, a la versatilidad del baterista Lulo Isod, siempre bajo la batuta del tecladista Chucky de Ipola.
Micky Rodríguez acompañó a Ciro también en la interpretación de otras dos canciones de Los Piojos (“Paso a paso” y “Luz de marfil”), mientras que el cierre fue con la nueva “Trapos”, en la que se repitió el ritual de mencionar todas las banderas presentes en el predio.