Dicen que fue Cristina la que el jueves, luego de la derrota en el Senado, calmó a su marido, Néstor, que impulsaba su renuncia, la de la Presidenta. La astucia era que el vicepresidente, Julio Cobos, no podría reemplazarla dado que todavía no había transcurrido el tiempo previsto para la Constitución y, por lo tanto, tendría que llamar rápidamente a nuevas elecciones. Según Néstor, ésa era la mejor manera de impedir un rearmado de la oposición. Legitimada por las urnas, Cristina podría volver así a la Casa Rosada. Era una estrategia peligrosa, a todo o nada.
Si este relato es cierto, estamos en manos de Cristina. Es decir, dependemos de que Cristina imponga ciertos límites a su marido, que luce demasiado acostumbrado al mando. ¿Podrá Cristina desembarazarse del esquema montado por Néstor durante sus cuatro años de gobierno, exitoso para más datos en la medida en que hasta logró imponer a su sucesor?
Cristina ganó las elecciones con la promesa del cambio en la continuidad, de mejorar la calidad institucional que, durante el gobierno de su marido, había sido muchas veces sacrificada en honor de la severa crisis que afectó nuestro país.
En este sentido, la resolución del conflicto entre el gobierno y el campo puede ser leída como un salto institucional: terminó tallando el Congreso, donde se produjeron debates de calidad, alrededor de los cuales se fueron definiendo coaliciones políticas a tono con la diversidad y la complejidad que ha ido alcanzando la sociedad argentina luego de la crisis.
Desde este punto de vista, está todo servido para que Cristina tome las riendas y defina un esquema de gobierno que esté a tono con sus objetivos de continuar el desarrollo económico, mejorando la distribución del ingreso y la calidad institucional.
Su problema es político: cómo hacer para ponerle un freno a su desbordante marido. Hay razones para el optimismo, como el rol que le atribuyen en el debate íntimo en Olivos posterior a la derrota en el Senado. Pero, otros recuerdan su casi permanente subordinación política a Néstor, a quien considera su mentor político.
El resultado de esta pulseada se verá rápidamente, a través de la extensión y profundidad del cambio del gabinete heredado de su marido, que a esta altura aparece como requisito para relanzar su alicaído gobierno.
Por: Ceferino Reato, editor del diario Perfil