La producción ofensiva de este seleccionado bien podría acallar todo tipo de reclamos, pero a veces en sordina, y en otras de manera más estentórea, se hacen oír los irreductibles que piden por Carlos Tevez. Aunque haya hecho méritos, el Apache nunca fue convocado en los dos años de gestión de Sabella. Ni será citado para el Mundial, salvo una catástrofe que desmantele al plantel. Su situación tampoco variará aunque tenga una estupenda temporada en el calcio, donde empezó encendido.
No es un capricho ni una terquedad de Sabella, sino una decisión adoptada con la racionalidad que lo caracteriza. Lo más fácil y tribunero es ser permeable al pedido «tienen que estar todos». Especialmente cuando esos «todos» son futbolistas de alto nivel internacional, muy difíciles de dejar de lado. Cuando marginar a alguien puede acarrear un costo popular, acentuado en el caso de Tevez, nada menos que el «jugador del pueblo». Maradona y Batista fueron partidarios de esa acumulación de figuras, en experiencias que nacieron repletas de ilusiones y terminaron en duras frustraciones.
Sabella está aplicando el método que en su momento le dio formidables resultados a Guardiola: armar un equipo en derredor de Messi, acompañarlo con los jugadores que mejor se complementan con él, hacerle sentir que hay una estructura para que Leo tenga los espacios, los momentos y los apoyos para que en el seleccionado demuestre lo que es desde hace rato en Barcelona, el mejor futbolista del mundo.
Uno breve capítulo del libro «Pep Guardiola, otra manera de ganar», escrito por Guillem Balagué, es revelador. Se titula «Messi, el devorador de delanteros». Cuenta cómo Guardiola fue acomodando piezas y tomando decisiones para convertir a Messi en el jugador capital de su proyecto.
Guardiola le aconsejó alguna vez a Sabella respecto de Messi: «No es necesario darle muchas instrucciones, sólo protegerlo y escuchar lo que dice. Y no lo saques del campo, ni tan solo para una ovación».
Cuando Pep creyó que lo mejor para Messi y Barcelona era dejar que tuviera como punto de partida el sector derecho para ubicarlo más centrado, como falso centrodelantero, fue el momento de prescindir de Eto’o. Leo necesitaba ese espacio que dejó el camerunés. Guardiola admite como un error haber traído a Ibrahimovic porque fue un obstáculo para el rosarino. Cuando llegó Villa le advirtieron: «No se te ocurra competir en goles con Messi». Un socio perfecto es Cesc, con quien había crecido en las inferiores hasta que se fue a Arsenal .
Desde esta perspectiva puede resultar más sencillo comprender por qué no está Tevez, aunque suene descabellado que la suma de dos talentos termine restando. Las experiencias no fueron todo lo fructíferas y exitosas que podía esperarse. Tevez y Messi compartieron dos mundiales y dos copas América. Pekerman, Basile, Maradona y Batista tuvieron buenas intenciones y trataron de juntarlos, pero ellos se encontraron poco en la cancha. Necesitaban los mismos sectores del campo, cada uno buscaba terminar su jugada, había más una impronta individual que colectiva. Con Tevez cerca, Messi no hizo goles en el Mundial de Sudáfrica ni en la Copa América 2011. No es que la culpa la tenga el Apache, pero el dato no es para soslayar. Habla de los ecosistemas que se dan en los equipos.
Los dos títulos de Leo con la Argentina son con el Sub 20 y el Sub 23 de los Juegos Olímpicos. En ambos, tuvo a Gago por detrás y a Agüero de socio, como ahora. Su explosión goleadora en el seleccionado mayor se dio con Sabella, que interpretó lo que era mejor para Messi. Y se sabe que cuando es Messi u otro, por estos tiempos la opción se resuelve sola.
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