Publicado en

El rostro de Sofía, en un mural callejero en Buenos Aires

La gigantografía es parte de una campaña de collages para repudiar la trata de personas. Se realiza con retazos de afiches de oferta sexual, recogidos en la calle.

En Bs.As., un grupo recrea el rostro de mujeres desaparecidas con los volantes de oferta sexual que se encuentran en la vía pública. (TN)
En Bs.As., un grupo recrea el rostro de mujeres desaparecidas con los volantes de oferta sexual que se encuentran en la vía pública. (TN)

Con la consigna «Qué hacemos con lo que vemos», la agrupación “Un problema real” tiene realizadas cuatro versiones de collages callejeros con rostros de mujeres desaparecidas en la Argentina.

Se tratan de gigantografías realizadas con los volantes de oferta sexual distribuidos en la vía publica que persiguen hacer un llamado de atención contra la trata de personas.

Las figuras de Natalia Acosta (desaparecida en 2009 en Santa Fe), Sofía Herrera (desaparecida en Tierra del Fuego en 2008), Andrea López (desaparecida en La Pampa en 2004) y Fernanda Aguirre (desaparecida en Entre Ríos en 2004) están plasmadas en varias esquinas del microcentro, Belgrano, Recoleta, San Telmo, Palermo y Parque Chacabuco.

“Estuvimos cuatro meses recogiendo papeles e intentamos hacer el primer rostro artesanalmente. Lo logramos, pero resulta que no necesitábamos uno, sino muchos. Por eso ahora lo hacemos en computadora. De todas maneras, lleva mucho trabajo cada cartel. Lo importante es que cumpla con el objetivo de visibilizar”, explicó Juan Pablo Cháves, uno de los fundadores de este movimiento de acción ciudadana.

Y explicó: “Los murales tienen un impacto importante para quien los percibe, pero a veces no es fácil percibir un rostro en plena calle. Esa misma indiferencia suele estar presente cuando vemos los volantes pegados: por eso la idea es usar el problema para mostrarlo”.

El movimiento nació hace poco más de un año, por iniciativa de Cháves y Rubén Sánchez, dos directores de arte de origen colombiano preocupados por poner su oficio al servicio de alguna causa social. “Buscando una problemática que nos tocara, llegamos a la trata. Nos preguntamos qué código cercano podíamos usar para nuestro mensaje y así llegamos a los volantes de oferta sexual. Cuando venís de afuera, como nosotros, te impacta profundamente ver la ciudad llena de volantes, realmente no entendés qué ocurre, y éste nos pareció el código más fuerte”, agregó.

(Fuente: TN)

Comentarios