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El extraño viaje del Intendente de Río Grande

Un viaje a Salta que se anunció de cuatro días y duró siete. Una escala en Córdoba de la cual no se conocen los motivos pero que se pagó con fondos del Municipio. ¿Por qué los concejales no pidieron a Jorge Martín que explicara las razones y los resultados del extraño periplo?



El evento se denominó “Congreso Nacional de Municipios y Ambiente” y se realizaba en la ciudad de Salta los días 17, 18 y 19 de junio. Con una llamativa anticipación (un mes y medio antes de acreditarse ante la comisión organizadora) el Intendente de Río Grande Jorge Martín firmó el decreto 0421/08 anunciando su participación en el Congreso y pedía la emisión (a cargo del municipio) de los respectivos pasajes ida y vuelta, con la insalvable escala en Buenos Aires. En el decreto de marras, el viaje comprendía desde las 14 horas del 16 de junio hasta el 20 del mismo mes a las 23,00, momento en que debía reincoroporarse a sus funciones.


Las sorpresas comienzan casi un mes después, cuando se emitió otro decreto (el Nro 485/08 del 29 de mayo) rectificatorio del anterior, con el único fin de modificar el itinerario: se pedían pasajes Río Grande-Buenos Aires-Salta para la ida y Salta-Córdoba-Buenos Aires-Río Grande para el regreso, sin especificar motivos ni misión oficial alguna que justificara la sorpresiva escala. Ni siquiera las habituales complicaciones para conseguir pasaje (ni la niebla ni el humo del Chaiten) hacen razonable un desvío planificado, en una ciudad por completo fuera del plan de viaje, el que supuestamente había sido organizado con el exclusivo fin de asistir al mencionado Congreso en la ciudad de Salta.


Algunos afirman que –varias veces al año- el Intendente cumple con un ritual consistente en recorrer algunos cientos de kilómetros de la Argentina en moto y que su rutina le enmarcaba llegar en esta oportunidad hasta Salta, aunque pidió la emisión de pasajes en avión. Los que lo conocen dicen también que en esos recorridos de placer sobre dos ruedas lo suele acompañar su cuñado, Alfredo Guillén también funcionario del Municipio, obligado a justificar sus ausencias.


Nadie puede dar fe de que los viajes en moto existan, pero otra sorpresa mayúscula se obtiene cuando se observa que el 17 de junio (día de inicio del Congreso Nacional sobre Municipios y Ambiente- se acreditaron (según información oficial de la organización) por Río Grande tres personas, el Sr. Jorge Luis Martín, el Sr. Marcelo (sic) Guillén y Juan Oyarzo Soto quien no sería otro que el secretario de Planificación de la Comuna de Tolhuin.


¿Cuánto sabe de Ambiente el gerente de Deportes de Río Grande? ¿Por qué no participó en su lugar la funcionaria municipal especializada en la temática ambiental y por qué el viaje del funcionario Guillén no fue anunciado formalmente, como corresponde?


Lo concreto es que Alfredo Guillén volvió a la provincia sin Martín, aproximadamente en la fecha anunciada, pero el Intendente retomó sus funciones algunos días después, el 23 de junio a las 16,30 horas (Decreto 0524/08).


¿Dónde estuvo en ese lapso? ¿Por qué no se cumplió la rutina anunciada si los pasajes y viáticos se pagaron con fondos municipales? ¿Por qué no se mandaron a publicar las fotos del evento (con el Sr. Intendente participando de ellas) y por qué no se reportaron (como es usual en esta gestión) los resultados, conclusiones y efectos de la misión, si es de interés de los ciudadanos ya que ellos aportaron todo el costo del viaje?


¿Por qué los medios de prensa al servicio de la propaganda municipal no publicaron la más mínima mención acerca de la supuesta intervención de tres funcionarios de la provincia en un Congreso tan importante, al punto de merecer tamaño gasto?


¿Por qué desde el Concejo Deliberante no se pidió ningún tipo de información acerca de lo que arroja indicios equívocos, que la presentarían como una clara irregularidad y un presunto uso indebido de fondos municipales para fines particulares?


Han pasado varios días desde que se plantearon estas dudas ante diversos organismos y funcionarios encargados de controlar la gestión municipal (y con ello el erario que se forma con los aportes de los sufridos contribuyentes). Sin embargo, no hay respuestas ni interés demostrado por aclarar la cuestión. Sabido es que el silencio muchas veces es el manto con que se cubre y se da calor a la corrupción.


Ojalá no sea ésta otra cuestión sin explicar, a la que el silencio y el tiempo le den el rápido remedio del olvido.