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Néstor no es Charly García

Columna de opinión de Alfredo Leuco en Radio Del Plata. Los nuevos socios del kirchnerismo y el regreso de Juan José Zanola y Gerardo Martínez.

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Después de exasperantes y crispadas batallas contra todo el mundo, ahora Néstor Kirchner decidió combatir también contra el sentido común. Se está ahogando y sin embargo rechaza el salvavidas que le quiere tirar su propio bloque de diputados. No ayuda ni se deja ayudar.

Está perdiendo hasta el instinto de supervivencia. Anoche – por ejemplo – amenazó a los legisladores del Frente para < ?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />la Victoria que están buscando consensos y no votos, como resumió Cobos. En su discurso, Kirchner, los trató de cobardes y por eso les ordenó que “tengan coraje, se la jueguen y piensen en el pueblo”. Y después de citar elogiosamente “al compañero Juan José Zanola” en seis ocasiones, se sintió John William Cooke y dijo: “No podemos tener un cuadro de Perón o Eva o una foto del Che colgando en la pared y retroceder cuando arremete un grupo de oligarcas”. El infantilismo funcionario se hizo caricatura cuando fustigó al FMI y a los 90, “la segunda década infame” y fue aplaudido rabiosamente por un Zanola que según el sitio oficial de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) fue caracterizado por la Agrupación Nacional de Trabajadores Bancarios como un “cómplice de la dictadura militar, Menem y los grupos económicos”.

Ni hablar de la megacausa en la que está involucrado junto a varios burócratas sindicales por el presunto desvío de 350 millones de dólares del Banco Mundial que estaban destinados a reconvertir las obras sociales. Para decirlo más claramente todavía. Los muchachos de la CTA dicen que Zanola anda con patotas de la barra brava de Huracán pero no resiste un google.

Si el vicepresidente Cobos es un traidor y muchos intendentes y diputados propios son claudicantes, qué queda para el senador Roberto Urquía, otrora vanguardia de la burguesía nacional igual que Gustavo Grobocopatel, según Cristina.

Ahora ambos fueron arrojados poco menos que a la basura de la historia por meras conveniencias coyunturales. El use y tire sin culpa debería encabezar la lista de las 20 verdades kirchneristas.

La hemorragia de poder es brutal. El aislamiento empieza a tener visos de mesianismo porque recluta lo que venga mientras sea leal y verticalista. No importa la ideología y mucho menos la ética.

En ese sentido, otro logro histórico del kirchnerismo en decadencia fue haberle hecho recuperar la voz a Gerardo Martínez. Tomó el micrófono para defender al gobierno, al lado de Hugo Moyano después de la reunión de la CGT con Kirchner.

Hacía mucho tiempo que Martínez tenía el perfil en el subsuelo. Sobre todo después de haber sido el modelo de sindicalista preferido por Carlos Menem, después de haber auspiciado con su gremio el programa de Bernardo Neustadt, de compartir con Zanola la megacausa por el desvío de fondos y de sentir temblar el piso a sus pies con la histórica investigación de Telenoche Investiga. Varios de sus amigos mas cercanos fueron filmados con cámara oculta mientras recibían coimas de los empresarios para mirar para otro lado ante los incumplimientos de las medidas de seguridad que llevaron a tantos albañiles a la muerte “a contramano, entorpeciendo el tránsito”, como denunció en su canción Chico Buarque.

Los ministros más cercanos a Kirchner apelan a una amarga ironía para decir que esto se va a solucionar si Dios y Néstor quieren. Pero en la intimidad confiesan sus temores por tanta irracionalidad autodestructiva.

Flaco, desgarbado como Charly García pero sin talento, Kirchner es una especie de adicto al poder al que -en medio de un síndrome de abstinencia- hay que atarle las manos para que no se lastime a si mismo…

Alfredo Leuco

www.alfredoleuco.com.ar

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