Esta es una modificación de un famoso refrán que decía mi abuela y que aún continúa vigente. Lo barato sale caro.
Todos tratamos de pagar menos por lo que queremos comprar, pero sabemos que si pagamos menos por un producto lo más probable es que sea de menor calidad. Es decir, el precio es parte de la información que recibimos de un producto. Una vez me podrán engañar con un producto caro que sea malo, pero definitivamente si un producto persiste en el tiempo es porque el precio que tiene está acorde a su calidad.
Si el precio de un bien es bajo por mucho tiempo, definitivamente su calidad también lo será.
Muchas veces por falta de plata -u otras por tacaños- solemos comprar lo más barato a riesgo de que efectivamente nos dure poco. La calidad de los materiales que componen el producto, o del packaging o la presentación, seguramente a la larga nos mostrará por qué estaba más barato.
Esto no significa que haya engaño. Normalmente sabemos que comprar un producto más barato nos traerá menos satisfacciones que uno más caro. Es por eso que en general los seres humanos aspiramos a comprar un mejor producto la próxima vez.
Esa aspiración coincide con la del productor, ya que en general tiene una ganancia mayor por unidad en los productos que valen más. Los productos más baratos tienen bajo margen de rentabilidad, pero se supone que se venden más y, por lo tanto, generan su ganancia con el volumen.
Es decir una empresa prefiere vender los productos más caros porque gana más plata con ellos. Sólo que muchas veces no puede vender muchos de ellos y, por lo tanto, no gana volumen.
Por lo tanto el precio es un indicador de la calidad de los productos. Si el congelamiento continuara por mucho tiempo y el resto de los precios subieran, resulta evidente que la calidad de lo congelado se iría deteriorando con el tiempo. Al final parecería barato, pero sería caro.
Lo congelado no es lo barato
El congelamiento de precios que se acordó se limita a una lista de 500 productos que incluye -principalmente- ítems o rubros que no tienen mucha salida en la actualidad. De hecho, son productos que se venden poco porque no son baratos.
Primero llamó la atención la cantidad de productos de higiene personal que hay en la lista y se debe a que en la retracción del consumo de los últimos meses, uno de los más afectados ha sido este rubro. Por lo tanto, y razonablemente, las empresas incluyeron productos para levantar un mercado que estaba caído bajo el criterio, muchas veces acertado, de que la gente supone que si un precio está congelado implica que está barato.
Esto no es así. Por ejemplo el café Dolca de 90 gr está a 19 pesos congelado, cuando el de 170 gramos se consigue a 29 pesos y no está congelado. Por lo tanto, si vemos el precio por gramo de café instantáneo, el del bien congelado es más caro que el del descongelado.
Lo mismo sucede con otros productos como por ejemplo las gaseosas. Se incluye la Sprite de 600 cm3 a 7,65 pesos cuando la de 2,25 litros está a 14 pesos. ¿Cuánta gente conocen que compra en el supermercado latitas de gaseosas (que están congeladas) y cuántos conocen que compren botellas de 2,25 litros (que no están congeladas)?
Es por ello que comprar congelado hoy, definitivamente en muchos productos, sale más caro que comprar descongelados. También es cierto que, con el tiempo, los bienes congelados serán cada vez menos y de peor calidad.
Por lo tanto siga cuidando su bolsillo y haciendo cálculos. Recuerde: lo congelado no sale barato.
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