expertos argentinos advierten sobre el riesgo del juego entre los jóvenes
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Expertos argentinos advierten sobre el riesgo del juego entre los jóvenes

Cada vez hay más adolescentes metidos en ese mundo, y eso no pasó desapercibido: en varios espacios ya lo vienen mirando con cierta preocupación.

Hace rato que los juegos online dejaron de ser cosa de adultos. Cada vez hay más adolescentes metidos en ese mundo, y eso no pasó desapercibido: en varios espacios ya lo vienen mirando con cierta preocupación.

En Argentina, los salesianos decidieron encarar el tema desde otro lugar. Nada de sermones ni frases hechas. Querían entender qué hay realmente detrás de esos juegos que, al principio, parecen inofensivos, pero pueden terminar absorbiendo a quien se mete demasiado.

No se trató de buscar culpables. Más bien quisieron abrir una conversación sincera sobre qué es lo que convierte un juego en una especie de trampa. Y, sobre todo, por qué el entorno digital puede afectar tanto la forma de pensar y sentir de los chicos. A veces, más de lo que se cree.

Para meterle algo más de profundidad a la charla, invitaron a alguien que sabe bien de qué va todo esto. Roberto Canai no es solo psiquiatra: lleva años tratando adicciones en distintos rincones del mundo, desde América Latina hasta Europa.

No se enfoca solo en los casos clásicos ligados a sustancias. Hace rato que viene siguiendo de cerca cómo crecen las adicciones digitales, y hoy ya son parte habitual de su día a día como médico.

No habla en difícil ni se esconde detrás de términos técnicos. Tiene experiencia enseñando, pasó por espacios del Estado y trabajó con personas que la están pasando mal de verdad. Por eso habla directo, sin rodeos. Sabe lo que hay del otro lado.

Según Canai, los adolescentes ya ni miran los casinos de antes. Lo que de verdad les llama es otra cosa: apps en las que con solo mover un dedo ya están apostando. Y lo peor es que las notificaciones de “ganaste” llegan igual que cualquier mensaje de WhatsApp o aviso del clima.

A simple vista no parece grave. Pero ahí está el truco. Todo está pensado para atrapar desde el primer momento: colores que llaman la atención, respuestas al instante, una mecánica que se vende como puro entretenimiento. Si encima en redes no paran de aparecer publicidades de apuestas, el combo se vuelve difícil de esquivar.

Para entender mejor la magnitud del problema, consultamos a expertos de Argentina y de varios países vecinos. Recibimos respuesta de los autores del sitio respin cl, conocido por sus reseñas de casinos online en Chile. Para ellos, no es que estén exagerando: el tema del juego en adolescentes es algo que pasa de verdad. Y más seguido de lo que se cree, los adultos terminan siendo parte del problema sin darse cuenta. A veces por no fijarse qué hacen los chicos con el teléfono, otras por darles plata sin preguntar en qué la van a gastar.

Lo más común es que los chicos usen las cuentas de sus propios padres para jugar. Aunque muchos casinos online piden verificación y tienen filtros para menores, eso no siempre alcanza. Si hay un adulto que les presta acceso o simplemente no revisa, esas barreras quedan pintadas.

Los adolescentes, además, pierden el control mucho más fácil que otros. Por eso son el objetivo perfecto. Apostar por internet ya no es algo raro ni clandestino: para muchos, se volvió parte del día a día. La publicidad está en todos lados. Hay banners en sitios comunes, influencers que tiran cuotas como si fueran chistes, y hasta videojuegos donde los anuncios están metidos como si nada. Hoy en día, apostar es más simple que comprarse un paquete de puchos.

El problema es que las consecuencias no se ven de entrada. Al principio parece solo una emoción más, una distracción sin importancia. Pero con el tiempo empiezan a aparecer las deudas, el mal humor, la ansiedad… y todo eso termina pegando en el estudio, en la relación con la familia, en cómo se vive el día a día.

La sociedad, por su parte, viene bastante atrás. Muchos padres ni se imaginan qué es lo que realmente les interesa a sus hijos. Y en las escuelas, del tema casi ni se habla.

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