Melina Tolaba trabaja en el desarrollo educativo de niños y adolescentes. Psicopedagoga, oriunda de Río Grande, Melina relató su historia de vida en el el segmento “Chicos que crecen”, dentro del programa «Un Gran Día» que se emite por ((La 97)) Radio Fueguina.
Hizo el nivel inicial en el Jardín Número 1 “Calecita encantada”, después pasó al Colegio María Auxiliadora y terminó la secundaria en el CIERG, siendo que cuando llegó el momento de estudiar decidió salir de la provincia, aprovechando que tenía a su hermano estudiando en el norte.
Desde sus primeras experiencias en la educación, Melina comprendió que su rol va más allá de la simple enseñanza. «Nosotros como psicopedagogos ayudamos a las personas porque es amplio y desde muy chiquitos hasta grandes, siempre estamos aprendiendo», afirmó durante su intervención. Su misión es proporcionar herramientas efectivas que permitan a los niños acceder a aprendizajes significativos, convirtiéndose así en facilitadores en este viaje educativo.
En su día a día, Melina no solo trabaja directamente con los niños; también se sumerge en el entorno familiar. «Es fundamental trabajar con la familia, porque les damos herramientas para que, desde casa, puedan seguir alimentando las capacidades de sus hijos», explicó.
La comunicación juega un papel crucial en este proceso; actividades cotidianas como las conversaciones en la cena se vuelven espacios donde se construyen y refuerzan habilidades. «No debemos perder la capacidad de hablar y compartir experiencias», insistió.
Su vocación por la educación no fue evidente desde el principio. Melina confiesa que al inicio de su trayectoria, nunca se imaginó que se convertiría en psicopedagoga. «Lo fui descubriendo de a poco, y a medida que pasaba el tiempo, me iba gustando más», recordó.
Estudió inicialmente psicología en el norte del país, pero su camino dio un giro hacia la psicopedagogía, un campo que la llevó a descubrir una pasión que no sabía que tenía.
Actualmente, Melina trabaja en el Centro Terapéutico Educativo de Río Grande, donde se enfrenta a un desafío constante: ayudar a niños y adolescentes con trastornos emocionales. «Es un trabajo arduo, pero las recompensas son increíbles: que un niño te mire, te hable y te reconozca, eso es lo que me llena», comentó con emoción.
En el centro, Melina y el equipo de profesionales atienden a casi 150 niños, implementando terapias variadas y acompañando a los estudiantes en sus trayectorias escolares. Para ella, el éxito radica en el trabajo conjunto entre tres pilares fundamentales: la escuela, la familia y el centro educativo.
La experiencia de Melina Tolaba es un recordatorio del impacto que puede tener una educación inclusiva y sensible a las necesidades de cada niño. Gracias a su dedicación y compromiso, muchos jóvenes de Río Grande están aprendiendo no solo a adquirir conocimientos, sino también a construir su propia identidad en un entorno que promueve el crecimiento personal y emocional.
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