enzo ibarra
Publicado en
Río Grande

El cocinero Enzo Ibarra tuvo que cerrar su local por la pandemia pero trabaja para superar las adversidades 

Enzo Ibarra, emprendedor gastronómico de Río Grande, compartió su historia en exclusiva para ((La 97)) Radio Fueguina. Tras cerrar su restaurant por la pandemia, encontró una nueva forma de subsistir. Vende productos caseros frente al Hospital Regional y a través de internet.

Llegó a la ciudad del norte fueguino con la intención de disfrutar de un corto período de vacaciones, y ahora se ha convertido en un símbolo de resiliencia tras los estragos del Covid-19. La travesía gastronómica de Enzo Ibarra ha tomado un rumbo inesperado después de que la pandemia obligara a cerrar su restaurante.

En declaraciones a ((La 97)) Radio Fueguina, sostuvo que «vine por 15 días de vacaciones y al final me quedé». A pesar de los contratiempos, Enzo nunca perdió la esperanza. La situación es dura: los alquileres exorbitantes y la falta de trabajo a su edad han hecho que su camino hacia la estabilidad económica sea un verdadero desafío. “Soy un luchador de la vida”, afirma con determinación.

Encontró un nuevo espacio para ofrecer sus productos caseros: el exterior del Hospital Regional de Río Grande. Allí, frente a las puertas del nosocomio, se ha establecido como un vendedor ambulante, ofreciendo delicias que van desde su famoso pionono de dulce de leche, hasta café con mate cocido acompañado de tortas fritas, hamburguesas, pan casero, empanadas y pizzas.

“Me he adaptado a la realidad actual. De tener un local, ahora vendo afuera, y eso fue un cambio rotundo”, reconoce. Esta transformación en su modelo de negocio ha sido impulsada por la necesidad de subsistir. “No soy jubilado ni nada, y con esto estoy llegando con lo justo a fin de mes», dice, reflejando la lucha diaria que enfrenta para mantener su independencia económica.

Enzo también ha encontrado una forma de mantenerse presente en la comunidad más allá de su puesto en el hospital. A través de su página de Facebook, “Lorenzo Eventos”, promociona cattering para casamientos y cumpleaños, y mantiene informados a sus clientes sobre sus productos.

“Me compran los que vienen a acompañar a la familia, y les agradezco a esas personas que colaboran conmigo”, dice con gratitud, resaltando el apoyo que ha recibido de la comunidad fueguina.

“Mantengo el mismo sabor, y muchos clientes me conocen, gracias a Dios, en toda la ciudad”, señala Enzo, quien trabaja desde las 7 de la mañana hasta las 14 horas en el hospital, y continúa su actividad en línea desde las 19 horas hasta las 23 horas.

Más allá de la gastronomía, Enzo destaca la calidez de la gente de Río Grande, quienes no solo le han brindado apoyo en su emprendimiento, sino también en momentos difíciles. “La gente de Río Grande es muy solidaria; me han regalado ropa, me han pasado plata a través de mi alias de la cuenta bancaria, y les agradezco mucho a esta tierra bendita”, expresa.

Mientras continúa ofreciendo sus productos con pasión y dedicación, Enzo Ibarra se alza como un ejemplo de perseverancia. Su historia no solo es un relato de superación personal, sino también un reflejo de la solidaridad y el apoyo comunitario que caracterizan a Río Grande. 

En un mundo que a menudo parece cambiar de manera implacable, historias como la de Enzo nos recuerdan que la fuerza del espíritu humano puede forjar caminos incluso en las circunstancias más difíciles.

Comentarios